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Nicaragua a las puertas de una guerra civil: 137 muertos, barricadas y morteros frente a las balas

Las protestas en Nicaragua continúan en las calles, desatando toda una batalla campal entre manifestantes y las fuerzas parapoliciales del gobierno

(Oscar Duarte/AP)

Las manifestaciones en Nicaragua se iniciaron el 18 de abril contra una reforma al Seguro Social que incrementaba lo que debían aportar quienes cotizaban, pero se han convertido en un reclamo para que el presidente Daniel Ortega deje el poder.

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Ante la brutal represión de los grupos parapoliciales del presidente Daniel Ortega, acusados de desencadenar una violencia mortal contra los opositores, los manifestantes se defienden con barricadas y morteros.  La demanda de estos proyectiles improvisados se ha disparado en las últimas semanas.  En talleres clandestinos  mezclan a mano las bombas de mortero, una combinación de clorato de potasio con carbono, azufre, aluminio y un poco de arena para el darles peso.

Unos 6.000 camiones de carga pesada de comercio internacional centroamericano se encuentran varados , producto de más de 70 bloqueos levantados en diferentes partes del país como parte de las protestas en contra del gobierno.

La crisis política que vive el país, que ya ha causado más de un centenar de muertos, podría generar serios problemas económicos a corto y mediano plazo, advirtió un análisis realizado por la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES), que sostiene que si el problema se mantiene hasta finales de julio, la economía dejaría de percibir 404 millones de dólares, lo cual impactaría en el crecimiento del Producto Interno Bruto en 3,2%. En ese caso se registraría un crecimiento anual de 1,7%, comparado con 4,9% en 2017.

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Pero las protestas persisten. El último informe del organismo no gubernamental Centro Nicaragüense de Derechos Humanos actualizó en más de 137 el número de muertos debido a las manifestaciones y la represión gubernamental. Además cifra en más de un millar los heridos y en más de 500 los detenidos.  El gobierno sólo reconoce 42 muertos. La mayoría de las víctimas fatales son varones y jóvenes, todos con heridas de bala de alto calibre en la cabeza, cuello o torso: el Cenidh asocia la forma de morir con la acción de disparos de francotiradores.

Los ataques de paramilitares y policías se han producido particularmente por las noches.

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El uso de grupos parapoliciales, conocidos también como “turbas sandinistas”, ha desempeñado un papel fundamental en la represión de las manifestaciones, pues las autoridades les han permitido atacar a manifestantes, incitar a la violencia y sembrar el miedo entre la población, reforzando así tanto el poder represivo del Estado como su capacidad de negar la responsabilidad en los ataques.

Masaya: bastión de la rebelión ciudadana 

En Masaya, a 30 kilómetros de Managua, la capital de Nicaragua, hay barricadas en cada barrio, hechas con adoquines, piedras canteras, láminas de zinc, rótulos de metal y sacos con arena. Los habitantes dicen que así se protegen de la balas.Las trincheras empezaron en el barrio indígena de Monimbó, al sur de la ciudad, y se extendieron hasta los barrios San Jerónimo y San Carlos en la parte norte. Después, brotaron en toda la ciudad y sus alrededores, para impedir que el Gobierno enviara refuerzos a la Policía.

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