Economía

El particular giro productivo en México: productores de opio se cambian a la marihuana por mejores precios

Drogas sintéticas han ido perjudicando a quienes cultivan la amapola.

(Dario Lopez-Mills/AP)

Los productores de goma de opio del sur de México cuya actividad ayudó a alimentar la epidemia de consumo de heroína en Estados Unidos, dicen que los precios de su producto ha caído tanto -al parecer por la popularidad de opioides sintéticos como el fentanilo- que han decidido regresar a un cultivo que conocen muy bien: la marihuana.

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Asediados por la pobreza y el desempleo, los campesinos de las montañas de Guerrero que rodean las comunidades de Tenantla y Amatitlán dicen que los precios de la pasta de opio, que se obtiene del bulbo de amapola, han caído tanto que no alcanzan para cubrir el costo de plantar, fertilizar, irrigar, limpiar y cosechar la materia prima de la heroína.

Un productor local señala lo que solía ser un campo de amapolas en una colina. Se pueden ver los tallos secos de las flores de la cosecha del año pasado entre las plantas de marihuana cultivadas este año.

“Probablemente vamos a sembrar de los dos”, dijo el robusto campesino, quien pidió no ser identificado por temor a ser arrestado por las autoridades.

Pero otro campesino con collares ostentosos en la comunidad cercana de Amatitlán dijo que ya no plantará amapola.

“Si voy a trabajar tres meses para ganar 5.000 pesos (unos 250 dólares), mejor hago otra cosa”, dijo. “Es más fácil sembrar marihuana, no se plaga tanto”.

Lo que ha motivado este cambio es el desplome en los precios que pagan las bandas de narcotraficantes por un kilo de pasta de opio. Hace unos años, en su mejor momento, los campesinos dicen que podían obtener entre 20.000 y 25.000 pesos (1.000 y 1.250 dólares) por kilo. Este año, los precios han caído a 5.000 pesos (250 dólares).

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El campesino de Amatitlán culpa de la caída en los precios a los opioides sintéticos como el fentanilo.

Con cada vez mayor frecuencia, los grupos de narcotraficantes venden fentanilo en forma de pastillas o producen heroína a partir del fentanilo para aumentar su potencia, lo que reduce la demanda de opioides naturales.

Eso también tiene repercusiones en la epidemia de consumo de opioides en Estados Unidos, de acuerdo con autoridades judiciales norteamericanas.

“Algunos indicadores de la heroína dejan entrever que el fentanilo está impactando significativamente la cuota de mercado y, en algunas regiones, incluso está sustituyendo al mercado de heroína”, dijo la DEA en su reporte nacional anual de 2017.

Un funcionario estadounidense que no estaba autorizado a ser identificado por nombre señaló que, para los narcotraficantes, los sintéticos tienen sus ventajas. No se ven afectados por el clima, las redadas o bandas rivales, y se pueden ordenar por correo a laboratorios chinos, lo que les ahorra mucho del trabajo y de los problemas derivados de comprar pequeñas cantidades de pasta de opio a los campesinos, procesarla para convertirla en heroína y meterla de contrabando al mercado estadounidense.

Aun así, las cifras de la DEA indican que el flujo de heroína orgánica ha sido elevado y está en aumento en los últimos años, y el funcionario calculó que podrían pasar entre cinco y 10 años para que el crecimiento del fentanilo afecte significativamente esa tendencia.

Hay “mucha heroína viajando hacia el norte”, dijo el funcionario.

Sin embargo, autoridades del estado de Guerrero -una de las zonas de cultivo de amapola más grandes de México, junto con estados norteños como Durango, Chihuahua y Sinaloa- dicen que ya han visto en el terreno los efectos de la caída en los precios del opio.

“La entrada de sustancias de origen sintético está provocando que la demanda de drogas de origen vegetal, como es la amapola, baje de precio, y esto está generando una merma en el ingreso de los grupos criminales”, dijo el portavoz de seguridad estatal de Guerrero, Roberto Álvarez.

“Entonces, si hay una crisis económica en el ingreso de los grupos delictivos, lo que está provocándose es una diversificación en la actividad de los grupos criminales”, dijo Álvarez, quien apuntó que algunas bandas han empezado a robar vehículos en la transitada autopista que conecta la Ciudad de México con el conocido puerto de Acapulco, algo que no solía suceder.

“Y también obviamente la extorsión, o bien el secuestro”, añadió. “De repente ven que bajaron sus ingresos; entonces buscan otras maneras de hacerse de ingresos”.

Este mes, por ejemplo, en una ciudad al otro lado de las montañas de Guerrero, la planta de distribución local de PepsiCo cerró debido a extorsiones del crimen organizado. Y hace pocos meses, Coca Cola hizo lo propio por las mismas razones. Las compañías así de grandes en general no habían sido víctimas de este tipo de delitos.

Las cifras del gobierno indican que la erradicación de opio a nivel nacional sigue siendo elevada y que incluso podría estar en aumento: en los primeros meses de 2018, los soldados destruyeron 12.834 hectáreas (31.713 acres) de amapola, y sólo 720 hectáreas de marihuana.

Pero eso también indica que el Ejército mexicano está poniendo un mayor enfoque en la amapola que en la marihuana. Después de todo, el Ejército ha incautado en promedio 850 toneladas de marihuana deshidratada anualmente en los últimos años, lo que deja entrever que hay miles de hectáreas cultivadas.

Los campesinos de Guerrero dicen que las autoridades sí se enfocan más en erradicar la amapola. Señalaron un sitio en un estrecho valle que fue rociado con herbicida por un avión del gobierno hace unos tres meses. No se han fumigado los campos de marihuana en el mismo valle.

Los habitantes de las comunidades dicen que los campesinos han sembrado ambos cultivos desde la década de 1970, y que los precios de ambos han caído constantemente. La marihuana que alguna vez se vendió en unos 40 dólares por kilo hoy se vende en 10. Los productores no hacen mucho dinero con ninguno de esos cultivos.

El factor decisivo para muchos agricultores es el costo y el esfuerzo que implican. La amapola requiere irrigación, fertilización y aplicación constante de pesticidas. Recolectar la goma de opio es una labor delicada y tardada: el bulbo de la amapola es cortado y rallado, muchas veces por peones que sólo llegan a recolectar una pequeña cantidad cada día.

Aunque algunos peones cobran apenas el equivalente a 7 dólares por día, los que se dedican a la amapola cobran el doble, lo que reduce cualquier posible ganancia. La marihuana no es tan propensa a las plagas, y la cosecha es más sencilla.

También existe la posibilidad de que el cultivo de marihuana sea legalizado. México ya ha aprobado el cultivo para consumo personal a algunos individuos, aunque no ha legalizado la producción comercial.

Algunos creen que el cultivo legal de marihuana a escala comercial podría ayudar a las comunidades de la sierra de Guerrero, que se han visto azotadas por la violencia desde que subió el precio del opio y donde las bandas criminales se disputan el control de la zona. Civiles organizados y armados con fusiles de asalto vigilan comunidades como la de Tenantla 24 horas al día.

Humberto Nava Reyna, presidente del Consejo Supremo de los Pueblos del Filo Mayor, un grupo que promueve proyectos de desarrollo en las montañas, dijo que “todos sabemos que la economía de esta zona del estado de Guerrero, la parte alta, se dedica a la siembra de marihuana y amapola… lo que pedimos es que se regularice, se reglamente”.

En términos más amplios, es un capítulo más en la historia cíclica de la agricultura en los trópicos, en la que los campesinos viven auges con cultivos como el café, y luego padecen debido a enfermedades o caídas en los precios.

“En los setenta el mayor cultivo que sembraba era la marihuana, después bajó la marihuana y subió lo que es la amapola”, dijo Nava. “Ahora están buscando la regulación de la marihuana”.

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