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La dura vida de Diana: El príncipe Carlos lloró la noche antes de casarse con Lady Di por otra mujer

Carlos y Camila, una historia de amor oculto y traición de más de 40 años.

(� Reuters Photographer / Reuters/REUTERS)

“Bonito animal Señor. Me llamo Camilla Shand. Es un placer conocerle”, le dijo Camilla a Carlos en 1970, en el campo de Polo de G. Park, mientras el Príncipe acariciaba su caballo. “Mi bisabuela, Alice Keppel, fue la amante de su tatarabuelo, Eduardo VII. ¿Lo sabía?”.

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Así comenzó una de las historias de amor más controversiales y polémicas dentro de la realeza británica. La historia de amor entre Carlos, próximo soberano de Inglaterra, Camilla Parker, una novela con más de 40 años de historia.

Ella tenía 25 años y buscaba vengarse de su novio, Andrew Parker-Bowles, un oficial de caballería que la engañaba. Carlos, de 23 años y futuro Rey, fue el joven escogido para volverle loco de celos.

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Lo que empezó con un juego de miradas y breves conversaciones se convirtió en un idílico amor que no contaba con la aprobación de la reina Isabel II. En la década de 1970, la pareja ya eran amantes. En Hampshire, Camilla tenía la misma habitación en la que la Reina había pasado su luna de miel.

La historia no oficial de la realeza británica cuenta que el Príncipe lloraba como un niño cuando, por razones de Estado, en 1971, tuvo que separarse de Camilla por primera vez. Al año siguiente, Carlos le pidió matrimonio, aunque ella declinó la propuesta, según relata su amigo de 50 años, Patrick Beresford.

Carlos de Inglaterra, con el corazón roto, se embarca en el Minerva. En una de sus escalas, descubre el anuncio de los esponsales de Camilla y Andrew Parker en el Times, quienes se cansan en 1973.

El hijo mayor de Isabel II no soporta la idea de perder a su amada y al regresar a Inglaterra comienza una vida desenfrenada y aventuras constantes con las mujeres. La más comentada es con Sarah Spencer, hermana de Lady Diana.

Carlos insiste en recuperar a Camila y mantiene un acercamiento con la nueva familia Parker-Bowles, incluso llega ser el padrino de su primer hijo de Andrew y Camila. En 1979, el Príncipe de Gales pide, de nuevo, a Camilla que se divorcie y se case con él. Se produce la segunda negativa, más dura que la primera.

La Monarquía necesitaba una princesa, la reina Isabel II exigió una candidata “ideal” para llevar sobre sus hombros un título de la realeza. La elegida es Diana Spencer y el mundo se rinde ante su historia de amor, ante el cuento de hadas más perfecto del Siglo XX.

Sally Bedell Smith, en una biografía titulada El Príncipe Carlos: Las pasiones y las paradojas de una vida improbable, asegura que la noche antes de su boda con Diana, el heredero lloró por la mujer a la que realmente amaba y con la que se casaría más tarde.

Camila Parker Bowles, “es vivaz, irreverente, indiferente a la moda y el estilo, sin pretensiones y cariñosa”, según la describe Smith en su libro. “Las convenciones de la época obligaban a que la princesa fuese virgen, o al menos lo pareciese, algo que Camila no cumplía”, puesto que ya había contraído matrimonio en 1973 con Parker-Bowles.

Desde el primer momento, existió una relación muy tensa en el matrimonio. La brecha de 12 años entre Carlos y Diana fue infranqueable. Las principales tiranteces estuvieron marcadas por los celos que sufría Diana sobre la expareja de su marido a que conocía muy bien, lo que desembocó en bulimia, automutilación, depresión, ansiedad y paranoia.

Diana y Carlos dejaron de tener relaciones sexuales tan solo tres años después de su boda, en 1984 dormían en habitaciones separadas y dos años después ya vivían sus vidas por separado.

Mientras Lady Di mantenía una aventura con su instructor de equitación, el capitán James Hewitt, confesada por la propia princesa en una entrevista con la BBC. Carlos mantenía una relación extramarital con Camila y que era de conocimiento público entre la realeza.

Carlos y Diana anunciaron su separación en diciembre de 1992 y el divorcio se firmó en 1996. La princesa de Gales murió al año siguiente, con tan solo 36 años de edad, en un accidente de coche en París cuando viajaba junto a Dodi Fayed.

Ese mismo año y antes de morir, la propia Diana lanza sus mejores dardos contra su rival y deja al descubierto, ante la opinión pública, su trío marital: Ella, Carlos y Camila.

En un programa de la BBC, lanza la frase: “No sólo me casé con Carlos, también me casé con su amante, que estaba al corriente del más mínimo detalle. Ellos me trataban como una idiota”.

Diana es una santa, la princesa del pueblo y Camilla, voluntariamente y luego del deceso de su rival, desaparece del escenario por estar en “el ojo del huracán” y ser considerada por los ciudadanos como la causante de las desgracias de la Lady Di. Se instauran, de nuevo, las citas secretas con Carlos y las vacaciones por separado sirven para reencontrase, pero lejos de la opinión pública.

En el 2000, ya se presentan en público como una pareja formal y discreta. Camilla es ya, a ante todo el mundo, la consorte oficial del futuro Rey de Inglaterra. La monarquía da un paso a la modernidad y cinco años después acepta el matrimonio, aunque sin nada de brillo y esplendor.

En año pasado, la propia duquesa de Cornualles relató cómo vivía prácticamente escondida por el acoso de la prensa, luego del divorcio entre Carlos y Diana de Gales. “Fue horrendo. Fueron unos tiempos profundamente desagradables que no le desearía ni a mi peor enemigo. No habría sobrevivido sin mi familia. Yo no podía ir a ninguna parte. Los paparazis nos seguían a todas partes y nos acechaban como fantasmas”, contó en esa oportunidad.

Carlos y Camila siguen su historia. Sus vidas quedaron reducidas a una telenovela. Ella cada día que transcurre trata de recuperar su imagen, la del futuro rey y la propia monarquía. Para muchos, un amor romántico que ha superado todo tipo de obstáculos y dificultades a lo largo de 40 años y ha tenido un final feliz, aunque eso involucró a una tercera persona: Diana.

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