A raíz de los últimos incidentes con los más pequeños en Estados Unidos, donde los separaron de sus padres, se destapa el tema en Chile. Los adultos, viniendo de otra generación saben cuándo los niños no son del país y muchas veces los discriminan o los miran distinto. Para ellos –los más pequeños- es una lucha constante, donde deben adaptarse a un nuevo lugar y además lidiar con los prejuicios de muchos.
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El 77% de los inmigrantes que ingresa a Chile son entre 15 y 44 años, según la encuesta Casen del 2016. La mayoría de ellos elige el país para poder tener mejores oportunidades, pero los más pequeños no eligen, sólo los acompañan y muchas veces no tienen buenas experiencias o llegada con los locales. Por lo general no hay un buen recibimiento, sobre todo de los que vienen de nuestros países vecinos, lo que trae como consecuencia que la brecha discriminatoria aumente y la agresividad también.
Sin embargo, los niños chilenos tienen otra perspectiva del asunto. Ellos no ven diferencias, son niños, juegan, se divierten y van al colegio. ¿Por qué? La inocencia es un factor importante, explica la piscóloga Infantil de la Universidad Gabriela Mistral, Paulina Prieto, ya que desean sólo cosas buenas para los otros. Esto refleja una mente cándida y aporta a que las nuevas generaciones hagan el cambio. Si se parte con los niños, la transformación será de verdad.
Conversando con los más pequeños donde se les preguntó si saben lo que es un inmigrante, si tienen amigos de otros países o si sienten que estos son distintos; el 100% de ellos señaló que sus pares extranjeros son iguales y no entendían porqué habría diferencias. Todos tienen amigos latinoamericanos y no es una razón para que los vean distintos. Una de las pequeñas dijo, “ellos sí son distintos a mí, porque pueden ser más amables”.