Pese a las protestas de trabajadores y agricultores, y a las gestiones con «esperanza» del Gobierno, la empresa Iansa confirmó que no hay vuelta atrás: la planta de Linares ya no funcionará desde el próximo año.
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A través de una declaración pública, la compañía indicó que «durante todos estos meses, ha mantenido una comunicación abierta, franca y fluida con sus trabajadores, agricultores y autoridades regionales y sectoriales», pero que en todas esas instancias «se ha explicado la situación por la que atraviesa la industria azucarera mundial y en particular la nacional, y se ha confirmado que la planta de Linares no recibirá remolacha el año 2019».
De esta manera, Iansa señala que solo se mantendrán operativas las otras dos plantas ubicadas en Los Ángeles y San Carlos. La medida la justifica en mejorar su eficiencia operacional en el negocio del azúcar y la competitividad frente a las importaciones.
Además plantea que el escenario de a industria ha enfrentado «la baja sostenida en el precio internacional del azúcar, la reducción de la superficie de remolacha sembrada en el país, además de la disminución en el consumo de azúcar, el aumento de los costos de operación y la caída en el tipo de cambio».
Iansa concluye señalando que asegura comprender y lamentar «profundamente» la inquietud que genera esta decisión, la que «le compete al directorio de Iansa y que será tomada en la próxima reunión, citada para el 26 de julio, en virtud de todos los antecedentes y proyecciones que se han desarrollado para analizar la situación de Linares».
«No pierdo la esperanza» decía el ministro de Agricultura, Antonio Walker, respecto a las conversaciones que había tenido con los directivos de la empresa, con la idea de aplazar el cierre por dos años. «Hay una ventanita abierta todavía, de que al conseguir las 5.000 hectáreas de siembra que nos pide Iansa para el Maule Sur, podamos definitivamente, ojalá no cerrar la planta», expresaba el secretario de Estado.