Parece un problema local, pero el conflicto se extiende por varias capitales del mundo. La disputa entre las aplicaciones virtuales de transporte y los taxistas, que aquí en Chile se concreta con un nuevo paro nacional del gremio, hoy tuvo múltiples batallas.
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De hecho, cuando acá comenzó la marcha desde el Parque O`Higgins convocada por la Confederación Nacional de Taxistas (Confenataxi) a eso de las 11:00 horas, a unos 11 mil kilómetros de distancia, en Madrid, el mismo escenario se apreciaba en la Avenida La Castellana hace ya varias horas. Tanto en España como en Chile, la causa del descontento en los taxistas es la misma: limitar el parque de choferes de Uber y Cabify en la ciudad.
Algo similar ocurrió con varias asociaciones de taxistas en Buenos aires, que colmaron la popular Avenida Corrientes como gesto para sus colegas de Mendoza, ciudad en la que un juez falló a favor de Uber y dejó a la plataforma sin ninguna restricción para operar en las calles.
La llamada «Ley Uber», que el Ministerio de Transportes despachó hace pocos días, fue catalogada por la Confenataxi como «un traje a medida» para las apps tecnológicas de transporte ¿La razón? el proyecto ingresado por el Gobierno solo contempla que estas aplicaciones exijan a sus choferes tener licencia de conducción profesional y que cuenten con seguros de responsabilidad civil para proteger a los usuarios del servicio.
Por el contrario, el documento no echa mano a la cantidad límite de choferes que Uber y Cabify pueden validar. Situación que el gremio buscó hacer saber a la ministra de Transportes Gloria Hutt con 11 puntos claves. Entre ellos, que se limitara el parque de conductores de Uber, se regulen sus tarifas y se exija a los autos a contar con algún distintivo visible en su carrocería.
Otra incertidumbre gremial es la que planteó Luis Reyes, presidente de la Confederación Nacional de Taxis de Chile (Confenatach), expresando la preocupación porque la ley corta haya ingresado al congreso como «trámite simple», cosa que, según él, «significan dos o tres años más que estaríamos a la deriva y desamparados con esta informalidad que día a día nos está matando», enfatizó.
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Realidades en el extranjero
En España, la situación explotó el pasado 21 de julio, cuando el Tribunal Superior de Cataluña suspendió el reglamento que mantenía la paz entre taxistas y autoridades. Dicha norma decía que por cada 30 licencia de taxis, solo se podía permitir una para choferes de Uber y Cabify.
Lo cierto es que eso hizo que el gremio respondiera con un paro generalizado en todo Barcelona. La medida se replicó en varias ciudades españolas, hasta que Madrid hizo lo mismo hoy, vestido con miles de taxistas que bloquean accesos al aeropuerto y terminales de buses.
Sus voceros fueron recibidos por la mañana ante el Ministerio de Fomento, y pese a que valoraron un compromiso de las autoridades por crear un Real Decreto de Ley para exigir la misma proporción por la que hoy lucha Barcelona, decidieron mantener la paralización hasta que no haya actos concretos de regulación.
Mientras en Barcelona hay unos 10 mil taxis y 800 licencias Uber, en Chile la proporción es al revés: el país cuenta con un total de 42 mil licencias de taxis, mientras que Uber Chile reconoce la existencia de unos 70 mil socios conductores.
En el Reino Unido el panorama no es muy distinto. La licencia para la compañía Uber ha sido cancelada varias veces en Londres, y recién a fines del mes pasado la empresa logró renovar su permiso por 15 meses más.
En la isla, de momento, se decretó que los choferes de la app sean considerados como «trabajadores asalariados», es decir: cumplen horas mínimas de funcionamiento, deben aceptar un piso mínimo de viajes solicitados e incluso existe la figura de «vacaciones pagadas». Eso, además de los estrictos controles de antecedentes para los conductores que buscan sumarse a la plataforma.
En el barrio también se están tomando medidas. En México D.F. cada chofer de las apps debe pagar una suerte de permiso anual de circulación, además de ceder un porcentaje de cada viaje al municipio como impuesto.
En Brasil la cosa es aún más hostil. Sus dos principales ciudades, Río de Janeiro y Sao Paulo, desarrollaron la aplicación móvil «Taxi SP». Con eso, ambas urbes entregaron 10.000 y 5.000 licencias respectivamente a sus taxistas para que, con esta app, imiten las funciones de Uber con precios más bajos e incentiven a los usuarios a volver al servicio tradicional.
El caso de Buenos Aires es similar al de Santiago. Allá el gremio de taxistas llega a 50 mil y la marcha de hoy es apenas una de tantas. El caldo de cultivo fue un reciente fallo del Tribunal Superior que borró un bloqueo para el funcionamiento de Uber en la capital trasandina, situación que propició la marcha de ayer además de solidarizar con sus colegas mendocinos.
El futuro depende del Congreso
El gremio de taxistas afirmó que, «si es necesario, vamos a pedir la inadmisibilidad de ese proyecto en el Parlamento», confirmó Reyes, agregando que la «competencia desleal ha significado un 50 por ciento menos (de ganancias) de lo que era normal».
No obstante, y pese a la movilización, la respuesta de Hutt fue un portazo a la causa de los techos amarillos. «Parte de las preocupaciones de ellos es acotar el mercado. Justamente este tipo de marchas muestra cómo la competencia molesta a los que han sido dueños del mercado por mucho tiempo. Es lo que no queremos replicar. Por eso nuestro proyecto de ley está planteado en una forma bastante amplia y flexible. Este proyecto ya ingresó, entra a discusión mañana y, si no les gusta, el lugar para discutir esto es el Parlamento», cerró Hutt.
