María Trinidad Tanus decidió cumplir su sueño de recorrer el mundo sola. Era 26 de julio cuando partió rumbo a Costa Rica para iniciar su aventura. “Hoy empieza mi viaje”, escribió la joven mexicana junto a una fotografía donde aparece con una enorme maleta en la espalda y una gran sonrisa en el rostro.
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«…después de muchísimo tiempo de haber deseado irme por el planeta a viajar sola por fin lo hago ❤️ Llegó la hora de llenarme de naturaleza»
María inició su viaje pero jamás volvería pues diez días después, dos sujetos la atacaron y asesinaron en la playa El Carmen, en la localidad de Santa Teresa de Cóbano. Tenía 25 años.
Viajar solas es el sueño de muchas mujeres. Es una forma de expresar su libertad y sed por conquistar el mundo pero frente a la opinión pública, si te violan o te matan, la culpa es tuya por viajar, por hacerlo sola, por vivir tu vida.
Duele saber que hay tanta maldad en el mundo. Injusto es poco y cuesta creer cómo arrebatan la vida a tantas mujeres llenas de ilusiones y eso, de vida. Jamás la frase «vive el día como si fuera el último» había cobrado tanto sentido como ahora. Pero es injusto.
María vivió su propia aventura. Caminó entre arena, conchas y troncos de la selva tica. Mojó sus pies en el río y conoció personas que se volvieron «su familia». Es la historia que podemos contar de las últimas imágenes que compartió en sus redes sociales.
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Este fin de semana también asesinaron en Costa Rica a Arantxa López una mujer española de 31 años. Ambas solo fueron a vacacionar y ninguna regresará a casa.
Pero lo mismo pasó con Marina Menegazzo (21) y María José Coni (22), las jóvenes argentinas cuyos cuerpos fueron encontrados embalados en bolsas de nylon, con heridas en la cabeza, estaban casi irreconocibles. Habían desaparecido desde hacía una semana en Ecuador, a principios de 2016. Estaban en un sector alejado de la playa de Montañita, el destino elegido en la última escala de sus vacaciones.
Dice una carta viral escrita por Guadalupe, joven paraguaya estremecida por el atroz caso: «Ayer me mataron…Cuestionaron a mis padres, por darme alas, por dejar que sea independiente, como cualquier ser humano. Les dijeron que seguro andábamos drogadas y lo buscamos, que algo hicimos, que ellos deberían habernos tenido vigiladas»
En febrero de este año, Liga Skromana (33), nacida en Letonia pero residente en Dublín, Irlanda, llegó a Kerala, en el Estado Indio con su hermana. Esperaba ser tratada en un centro de «rejuvenecimiento curativo» pero terminó desapareciendo unas semanas después de llegar al país tras dirigirse a una playa local. Fue atacada, violada y asesinada por un grupo de traficantes de drogas locales. El informe dijo que «la víctima había sido atraída hasta la zona, le dieron drogas y la agredieron sexualmente. Al resistirse, fue asesinada».
Lo sucedido en Ecuador, India o Costa Rica asusta, y asusta mucho. Pero no debería tomarse como algo habitual, a pesar de que sea «el pan de cada día» en los encabezados.
Hay mujeres que lo hacen todo el tiempo; viajan solas o con una amiga (dos blancos fáciles en todo caso) y regresan sanas y salvas. Viajar sola no suele ser peligroso, aunque una siempre está expuesta a pasar cosas desagradables. Pero de nuevo, nadie debería hacerlo con miedo a ser acosada, violada o asesinada.
Las mujeres (ni niños ni hombres) ya no estamos seguras en ningún lado. Porque el problema no es que viajemos solas, que «estemos locas» ni que seamos «rebeldes» o «provocativas» porque gozamos de mostrar nuestro cuerpo. El problema son los que matan.
Es triste que las mujeres tengamos que andar por la vida con temor a que estas cosas nos sucedan. Que se haga justicia, aunque sería poco frente a las atrocidades que algunos cometen. Quizá es mucho pedir, porque justicia habría sido que Mar, Marina, Maria José o Liga no hubieran pasado por lo que pasaron y siguieran vivas. Viajando y gozando de sus viajes como debió ser.
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