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Vivir en una de las ciudades más calientes del mundo

Mientras en el hemisferio sur se arman albergues para cuidar a los indigentes del frío, en el norte del planeta hay albergues para evitar las muertes por exceso de calor.

“El cerebro a más de 45 grados centígrados es como una persona adentro de un auto con las puertas y los vidrios cerrados experimentando esa misma temperatura. La persona, y en este caso el cerebro, se comienzan a cocinar, literalmente”, explica el doctor José Luis Gallardo sobre los efectos del exceso de calor a Vice.

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El revista online, en su versión mexicana, publicó un reportaje sobre Mexicali, en Baja California, al norte de México. En esa ciudad el doctor José Luis Gallardo es el coordinador del área médica del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia, y dirige un refugio temporal en el Centro de la Cultura de la Juventud. Ahí llegan personas en situación de calle, o personas que tienen un hogar, pero que no tienen energía eléctrica o algún aparato de refrigeración.

Y es que en verano, Mexicali registra temperaturas cercanas a los 48ºC, situación que entre el medio día y las 5 de la tarde puede empeorar. En 2014 se llegó a un peak de 56ºC en la provincia mexicana. La Coordinación Estatal de Protección Civil aconseja no realizar trabajo físico, ejercitarse o siquiera caminar al aire libre durante esas horas, por el riesgo de muerte.

“El cerebro está cubierto de un líquido (cefalorraquídeo) que lo nutre y conecta con los demás órganos del cuerpo mediante el sistema nervioso. Si ese líquido se calienta demasiado, altera las funciones de los órganos vitales ―corazón, pulmón, riñones, cerebro―, lo que lleva a la personas a sentir taquicardia, nauseas, dolor de cabeza, somnolencia, pérdida del sentido y la muerte por golpe de calor”, explicó el doctor Gallardo a Vice.

calor, altas temperaturas

Calor de vida o muerte

Hasta ahora, el verano de 2018 lleva 90 muertes por golpe de calor. Aunque solo 9 están relacionadas directamente con la temperatura, el otro 90% se ha dado por la mezcla de las altas temperaturas en conjunto con la ingesta de alcohol y drogas, la malnutrición, la deshidratación o el trabajo físico realizado al momento del deceso.

Por eso el albergue que dirige el doctor Gallardo es tan importante. Quienes no pueden costear los gastos asociados a los sistemas de refrigeración, arriesgan su salud e incluso su vida. Para poder ingresar a las instalaciones todos deben bañarse y ponerse desodorante en la axilas y talco en los pies. Ya se han atendido a más de 2000 personas en búsqueda de agua, comida y un lugar refrigerado.

Mario, de 40 años, le contó a Vice que después de perder su trabajo no ha podido pagar la cuenta de electricidad. «En ese momento supe que estaba frito. Sin nada que hacer, pasé varios días sentado bajo el árbol de mi casa; quedarme entre cuatro paredes sin aire acondicionado sería como encerrarme en una vaporera de tamales recién cocidos». El calor le impide salir a buscar trabajo, así que el albergue es la única opción que tiene mientras el calor no amaine.

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Roberto, hondureño de 35 años, dice que los cubos de hielo y los congeladores son los inventos más grandes del hombre. Prefiere el frío porque sabe que el calor lo puede matar fácilmente. No tiene residencia. «Para dormir utilizo dos cartones y una cobija, aunque el tendido no es por comodidad sino para detener el paso de la humedad a mi cuerpo. De noche la tierra sigue tan caliente que dormir sobre ella es como hacerlo sobre lodo hirviendo», explica.

Los 48ºC no deben mal interpretarse. Las personas de Mexicali perciben la sensación térmica, que combina factores como la humedad y temperatura del aire, que puede aumentar en varias cifras lo que marca un termómetro.

 

 

 

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