Junto con el anuncio del proyecto de reforma tributaria del Gobierno, vinieron las críticas. Sectores de la oposición la tildaron de «contrarreforma», y los principales dardos apuntaban a la posibilidad de que la nueva ley terminen mermando los ingresos fiscales. Y la respuesta desde La Moneda llegó para despejar dudas: según sus cálculos, el nuevo proyecto generará 428 millones de dólares más que el régimen que impera desde 2014.
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Según un comunicado de Hacienda, «la iniciativa resguarda los equilibrios fiscales», ya que, entre suma y resta, el balance queda en números azules. Considerando los costos, «con el nuevo esquema impositivo en régimen hacia 2023, el costo de la integración total del sistema ascenderá a US$833 millones anuales», dice el Gobierno. A eso se suman las normas de tributación internacional, que implican US$7 millones menos a las arcas fiscales, y los beneficios pro inversión, que reducen la recaudación en US$204 millones.
Sin embargo, los US$1.044 millones menos serán suplidos por la implementación de la boleta electrónica que, calculan, reducirá US$1.181 millones por evasión, los impuestos a las empresas digitales, que sumarán US$251 millones, la modificación al impuesto verde (40 millones de dólares más) y la fiscalización del comercio fronterizo (US$251 millones).
Como conclusión, la Dirección de Presupuestos estima que la reforma recaudará 0,1% del PIB hacia 2023.