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Cada vez son más los escolares chilenos que se dan una cita de por vida con los lentes ópticos permanentes. De un tiempo a esta parte, los casos de miopía, enfermedad considerada por muchos expertos como una nueva epidemia global, se hicieron cada vez más recurrentes en las salas de clases.
Y si bien uno de los factores que explica su alza tienen que ver con la mayor detección, hay otro elemento en la ecuación que hace a los escolares más ciegos: no jugar al aire libre.
Popularmente se cree que mirar constantemente las pantallas de televisión o celular causa problemas en la vista. Eso, en términos médicos, está casi totalmente descartado por la comunidad científica.
En el caso de Chile, se estimaba que a fines de los noventa eran cerca del 10% de los escolares entre 6 y 15 años que padecían la miopía. Hoy, en cambio, el doctor Luis Suazo, vicepresidente de la Sociedad Chilena de Oftalmología (Sochiof), dice que la agrupación estima que cerca del 15% de niños chilenos la sufre. Algo así como un 50% más de casos que hace 20 años.
La duda es, ¿qué otro elemento puede explicar semejante aumento?
“La miopía se conoce popularmente como los ‘cortos de vista’, nosotros los médicos lo conocemos como un vicio de refracción. En el fondo, los rayos que entran al ojo no se enfocan bien en la retina y por eso vemos las imágenes difusas. Eso se traduce en ver mal de lejos pero ver bien de cerca”, explica Pablo Altschwager, oftalmólogo pediátrico de la Red UC Christus.
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La enfermedad se presenta, según explica el médico, justamente en la época escolar. «Tiende a aparecer en el colegio, cerca de los 7 años. Después se acrecienta en la adolescencia, para luego estabilizarse a los 25 años», afirma.
Los estudios
Pese a que en un comienzo la miopía se asoció a problemas genéticos, recientes estudios dan cuenta de que hay un factor ambiental clave en la niñez para prevenir la enfermedad: la luminosidad.
En Asia las limitantes visuales son consideradas una epidemia, ya que cerca del 80% de los niños presenta miopías. Por lo mismo, en 2009 se formuló un estudio para que 900 niños tuvieran sus clases al aire libre en China ¿El resultado? 10% menos de miopes que el promedio nacional.
Por estos días, sin ir más lejos, llegó la prueba decisiva. Próximamente se publicará en la revista de la Academia Norteamericana de Oftalmología un estudio que demuestra que la exposición al sol reduce la miopía. En la sociedad taiwanesa, reconocida por la alta exigencia académica y las pocas horas al aire libre, se reclutó a 693 niños. Ellos, comparados con un grupo de control, tenían la exigencia de pasar 11 horas semanales jugando fuera de sus hogares y salas de clase.
De eso resultó que, después de un año, la intervención de la luz redujo el riesgo de la progresión rápida de la enfermedad en un 54%, tanto en los niños miopes como no miopes. De eso se desprende que las pantallas, sindicadas como culpables, no eran más que un problema derivado del encierro.
La receta
«Siempre se culpó a las pantallas porque la gente cree de plano que la tele es mala. Ahora lo que está en investigación habla de que unas 11 horas semanales de luz evitan los factores ambientales asociados. Eso también coincide con que ahora nuestros niños destinen pocas horas a jugar afuera, pasan encerrados con la Play», cuenta Suazo, autoridad del gremio.
Altschwager dice que «no se trata de que los rayos UV lleguen directamente a los niños, sino que estén en ambientes bien iluminados», añade. Estudios plantean que el escenario ideal es pasar 3 horas bajo 10.000 lux (unidad de medida de la luminosidad). Eso se consigue bajo la sombra de un árbol en un día soleado. Estar en una oficina o encerrado en la casa, por mucho sol que entre, apenas ofrece unos 1.000 lux.
«Unas 15 horas de juegos al aire libre semanal deberían hacer que los niños eliminen el factor ambiental de riesgo, lo malo es que se cumple poco. La recomendación es esa, además del control preventivo a la edad de los 4 o 5 años. Una cosa es tener miopía y otra es detectarla a tiempo», cierra el médico de la Red UC.