Investigadores y forenses esperaban poder acceder el martes al Museo Nacional de Brasil, en Río de Janeiro, que quedó destruido en un incendio, para descubrir cómo comenzaron las llamas y qué queda de los 20 millones de artículos que hacían de él uno de los más importantes de América Latina.
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Luego del fuego que arrasó el museo el domingo, los ingenieros estaban realizando pruebas en la estructura para asegurarse de que no se vendrá abajo. Las autoridades mostraron preocupación el lunes por la fragilidad de paredes internas y de parte del techo.
El museo contenía la mayor colección de artículos históricos y científicos de Latinoamérica, y las autoridades sugirieron que los daños podrían ser catastróficos. Un funcionario dijo a un medio brasileño que hasta el 90% de su acervo podría haber quedado destruido.
Por el momento se desconoce la causa del incendio. La policía federal asumirá la pesquisa ya que el museo formaba parte de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Pero manifestantes, comentaristas y los propios directores del museo señalaron que los años de abandono gubernamental habían dejado el centro con tan pocos fondos que su personal tuvo que recurrir a cibersitios de crowdfunding para poder abrir exposiciones. En otro ejemplo de los problemas que atraviesan los servicios públicos en el país, inicialmente los bomberos tuvieron problemas para contener las llamas porque las bocas de riego próximas al inmueble no funcionaban. En su lugar, hubo que llevar agua en camiones desde un lago cercano.
Roberto Leher, rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro, dijo que era bien sabido que el inmueble era vulnerable al fuego y que necesitaba amplias reparaciones. De hecho, recientemente se aprobó una partida de casi cinco millones de dólares para una renovación ya prevista, que incluía la mejora del sistema de prevención de incendios, pero el dinero aún no se había desembolsado.
Las autoridades prometieron el lunes 2,4 millones de euros para apuntalar el edificio y se comprometieron a reconstruir el museo.
“Los que están diciendo que el museo será reconstruido no dicen la verdad”, manifestó Luiz Philippe de Orleans e Braganca, heredero del último emperador de Brasil. “El edificio podría reconstruirse, pero la colección nunca podrá reconstruirse. Doscientos años, trabajadores, investigadores, profesores que se dedicaron en cuerpo y alma (al museo)… el trabajo de su vida se quemó por la negligencia del estado brasileño”.
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El museo, cuyo edificio principal fue en su día el hogar de la familia real, tenía un gran número de especímenes paleontológicos, antropológicos y biológicos. También contenía una calavera llamada Luzia, que era uno de los fósiles más antiguos hallados nunca en América, una momia egipcia y el mayor meteorito descubierto en Brasil, que es uno de los pocos objetos que las autoridades confirmaron que sobrevivió a la tragedia. Parte del catálogo estaba guardado en otras partes y se salvaron de ser pasto de las llamas.
Luiz Fernando Dias Duarte, subdirector del museo, apuntó que posiblemente que todo lo que estaba guardado en el edificio principal se quemó, y Cristiana Serejo, otra subdirectora del centro, contó al cibersitio de noticias G1 que alrededor del 10% de la colección sobrevivió al incendio.
Para muchos en Brasil, el estado del museo de historia natural, con 200 años de antigüedad, se convirtió rápidamente en una metáfora de lo que consideran la decadencia de la cultura y la vida brasileña tras años de corrupción, crisis económica y mal gobierno.
Brasil ha intentado salir de una recesión de dos años y ha visto como su élite política y empresarial era encarcelada en el mayor caso de corrupción de América Latina. Las divisiones políticas se acentuaron además con el juicio político y posterior destitución de la ex presidenta Dilma Rousseff.