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La brecha no mejora con los años: la ciencia e innovación aún castiga la participación de la mujer

Según un boletín hecho por el Ministerio de Economía, la participación femenina en la I+D es de apenas un 37,3%. La cifra se mantiene igual desde 2011 y las empresas privadas son las que menos oportunidades da a la mujer.

La brecha de género es una de las grandes deudas de Chile en el mercado laboral. Hoy, de hecho, se agrega un nuevo antecedente clave: en el área de la innovación y desarrollo (I+D), uno de los ejes claves del Gobierno para el crecimiento del país, apenas un 37,3% está conformado por mujeres.

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Varios podrían pensar que se trata de un problema que está en vías de extinción, sin embargo, el boletín de «Participación Femenina en Actividades de I+D» a cargo del Ministerio de Economía, que recabó datos tanto de empresas privadas como instituciones públicas, estatales y de educación, constató que el dilema mantiene su rigidez en los últimos años. En resumidas cuentas, Chile cuenta con 16.634 personas dedicadas a la innovación. De ese número, no obstante, las mujeres apenas representan poco más del tercio (6.207 trabajadoras).

La encrucijada es aún peor si se ve en perspectiva: de 2011 a 2016, período que cubre el estudio, la participación de las mujeres en el rubro apenas creció un 1%. Pasaron de unas 4 mil 600 a poco más de 6 mil mujeres, pero los hombres, que en 2011 eran casi 8 mil, tras seis años se encumbraron a los 10 mil 500.

«Me parece impactante. Da cuenta de una realidad que se esperaba pero no con estas diferencias», dice Bernardita Cádiz, vicepresidenta de la Fundación Chile Hace Ciencia, institución que incentiva el crecimiento de la comunidad científica en el país. La doctora en neurociencia destaca lo lento de la inclusión de la mujer en este tipo de ámbito y, además, hace hincapié en que la mayoría de ellas, o no son las cabecillas a cargo de investigaciones y menos ocupan cargos directivos en las instituciones.

«También hay que ver en qué condiciones están», agrega Cádiz. Sobre eso, el Observatorio Laboral Metropolitano elaboró un informe sobre la brecha de género en ingresos de la Región Metropolitana y, sin ir más lejos, reveló que una profesional del rubro científico o intelectual, por el hecho de ser mujer, percibe un 34% menos de ingresos por hora trabajada en Santiago que un hombre. En promedio, un profesional masculino del rubro de la innovación gana cerca de $1,5 millones mensuales, mientras que una mujer, con el mismo nivel educacional, no supera los 985 mil.

Tirón de orejas

«Esto nos planeta un desafío a nivel de Gobierno y como ministerio», comenta Ignacio Guerrero, subsecretario de Economía. La autoridad agrega que «hay una agenda importante ahora que se promulgó el nuevo Ministerio de las Ciencias. También estamos trabajando en una nueva ley de incentivo que fomente a las empresas a que se preocupen de la participación de las mujeres», señala.

Por lo mismo, la cartera acaba de lanzar la tercera versión del Premio InspiraTEC, galardón que reconoce a las líderes femenina en la tecnología. Guerrero dice que se puede paticipar en dos categorías: joven o mujer emprendedora. Las interesadas podrán postular a través del sitio web www.premioinspiratec.cl hasta el 27 de septiembre.

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Por su parte, Benjamín Maturana, jefe de la división de innovación del ministerio, recalca que «a pesar de que todas las instituciones tienen brecha de género, es la empresa privada la que tiene porcentajes más altos, y esa es una de las principales conclusiones del boletín». En efecto, los indicadores dan cuenta de factores culturales preponderantes en ciertas agrupaciones. Las universidades concentran el mayor número de mujeres dedicadas a la innovación, con 3.278 participantes y 40,7% de participación. Por su parte, las empresas privadas generan la segunda fuerza laboral en innovación y cuenta con 1.384 mujeres, número que apenas representa el 28% de participación y se alza como la brecha más desigual de todas.

«El problema claramente tiene que ver con temas culturales, y por eso el primer llamado de atención es a las empresas grandes, que tienen menor participación de mujeres investigadoras (24,1%) que la empresas pequeña (36,7%) o micro (37,2%)», señala Maturana. «La rutina científica implica muchas más horas de trabajo que la jornada laboral. El primer comentario para una mujer es que no será compatible ser mamá, estar encargada del cuidado y ser una científica exitosa. Esa barrera inmediatamente te genera inseguridad, y hay que derribarla de plano», cierra Cádiz.

 

 

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