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¿Pueden los últimos terremotos del anillo de fuego del Pacífico gatillar uno en Chile? Especialistas chilenos explican fenómeno

El director del Centro Sismológico Nacional, Sergio Barrientos y el PhD en Geología Cristián Farías analizaron los sismos de las últimas horas.

Estas últimas horas han sido particularmente noticiosas en términos de sismos en el «anillo de fuego del Pacífico». Este jueves Japón registró uno de magnitud 6,6 y en Fiji pasó lo mismo con uno de 7,8. Ya para la noche, en menos de 50 minutos, también hubo actividad en Ecuador, Panamá y Chile. ¿Están conectados estos movimientos de tierra?

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Todos estos países se encuentran en una zona de alta producción de sismos. Sus costas forman un hilo, todas bañadas por las aguas del Pacífico. Pese a ello, para los especialistas, no existe relación directa entre un movimiento y otro.

Eso es lo que dejó claro Sergio Barrientos en conversación con Publimetro. El director del Centro Sismológico Nacional de la Universidad de Chile afirmó que si bien todos estos movimientos están dentro del «anillo de fuego», no existiría relación entre uno y otro.

«A mi juicio, los terremotos de Japón no creo que se extiendan por allá de 100 ó 200 kilómetros en términos de área de influencia y queda circunscrita a ese lugar», respondió el especialista al ser consultado sobre la materia.

«Nosotros consideramos que la actividad sísmica que ocurre en Chile va a ser independiente de aquellos temblores que ocurran tan lejanamente», agregó.

¿Puede un sismo gatillar otro?

Por su parte, el geofísico Cristián Farías comenzó un hilo en Twitter para reforzar esta tesis. Según él, existe la posibilidad de que un temblor pueda «gatillar» otros, pero lo sucedido en las últimas horas en el Pacífico, dista mucho de ese escenario.

«Como hubo tres sismos de magnitudes entre 5 y 6 en la misma noche en Panamá, Ecuador, y Chile, muchos se han preguntado si es que están conectados. La verdad es que no hay un buen argumento para decir que sí», precisó el especialista.

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Explicó, en términos simples, que un temblor sí genera ondas que se pueden sentir en otras partes, lo que puede llegar a activar fallas y motivar otros temblores en zonas que ya estaban acumulando energía desde hace tiempo.

También aclaró que un terremoto de gran magnitud puede incluso «deformar» zonas, como lo que ocurrió en 2010 con el terremoto 8,8  de Chile, que habría implicado una modificación en Illapel y Coquimbo. Agregó que este evento «ayudó a acelerar el proceso de desbloqueo de las placas, que llevó al terremoto de Illapel, años después».

La distancia es fundamental

Pero tal cual como dice Barrientos, el geofísico Farías es enfático en aclarar que «este efecto también decae con la distancia».

«Todas estas conexiones hablan de cómo una zona que ya está en condiciones de generar un terremoto recibe un último impacto. Y ese impacto debe ser importante. En los tres sismos de hoy no se cumple ninguna. Están todos muy lejos, y la transferencia de esfuerzos es muy chica», aclara en su hilo.

Indicó además que «lo más lógico es que los tres sismos hayan ocurrido porque simplemente tenían que ocurrir. Y como lo hicieron en un espacio de tiempo muy breve entre ellos, uno busca un patrón y los conecta, cuando no tiene por qué ser así».

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