En la guerra comercial se escriben batallas a diario. Primero fue Donald Trump, que el fin de semana anunció US$267 mil millones de impuesto a bienes chinos si estima conveniente. Luego ayer, en que el gobierno chino anunció fuertes represalias si el país del norte lleva a adelante sus amenazas. Y hoy, para sumar otro capítulo, el gobierno chino solicitó a la Organización Mundial del Comercio (OMC) sanciones para Washington por discriminación.
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Beijing dice que Estados Unidos impuso cobros a sus productos electrónicos, máquinas y metales que son ilegales. Ese hecho, que se hizo saber en 2013 pero que se revivió por la retórica agresiva de Trump, le habría costado US$8.400 millones a su economía. Por eso, China pide una sanción mínima de US$7 mil millones.
La OMC falló a favor de China en 2016, y en 2017 llamó a que Estados Unidos derogara los impuestos a productos del gigante asiático, pero quedó en nada. Por eso Beijing exigirá autorización a la OMC en una reunión del Órgano de Solución de Controversias el próximo día 21 de septiembre para establecer nuevamente las represalias.
Efecto rebote
Mientras Donald Trump no da pie atrás con sus impuestos arancelarios a bienes chinos, los efectos a su propia economía y ciudadanos ya comienzan a quedar a la luz. El encarecimiento de varios productos será el efecto más inmediato.
La propia Apple, que tiene varias líneas de producción en China, podría terminar vendiendo sus Iphones más caros en Estados Unidos. En Twitter, Trump incitó a la compañía de Cupertino para que traslade sus fábricas a suelo estadounidense, pero la compañía no emitió comentarios.
La que sí respondió fue Ford, la fabricante de automóviles con más tradición del país. El pasado domingo, Trump le dijo a la empresa que era el momento ideal para que trasladara su producción de modelos Focus de regreso al país. “Esto es solo el principio. ¡Este vehículo puede ahora construirse en EEUU y Ford no pagará aranceles!”, escribió el mandatario.
La respuesta fue un no rotundo. «No sería rentable fabricar el Focus Active en Estados Unidos», dijo Ford. Eso se sustenta en que en China, el costo laboral de la manufactura de autos y autopartes es de unos 8 dólares por hora, mientras que en Estados Unidos es de 52 dólares.
Otros productos que verán sus precios subir será el vestuario, ya que el gigante asiático es el principal exportador de anteojos, bufandas, suéteres y camisetas en Estados Unidos, además de productos tecnológicos básicos como los audífonos.