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La huella del “Encapuchado del Estadio Nacional”: el hombre que delató a sus amigos para que fueran torturados

Tras el Golpe de Estado, hubo un hombre al cual obligaron a delatar a sus compañeros, usando una capucha y sembrando el terror en el Estadio Nacional. Años después confesó y sólo meses después fue asesinado. Ahora piden recordarlo como garantía del “nunca más”.

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Gritar en el Estadio Nacional entre el 12 de septiembre y 9 de noviembre de 1973 no tenía nada que ver con celebrar triunfos deportivos. La mayoría de los aullidos eran de dolor y angustia: el recinto se convirtió en una prisión donde se torturó.

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No se sabe con precisión cuántas personas pasaron por ahí. La mayoría militaba en un partido de izquierda, aunque también había dirigentes sindicales, líderes sociales o simplemente, familiares de alguno de los grupos anteriores. Se habla de 40 mil, pero hay quienes dicen que ese número se queda corto. Como sea, de todos, hubo un caso que hasta hoy estremece a la sociedad: el de Juan René Muñoz Alarcón, «el encapuchado del Estadio Nacional».

Historia

Ex militante del Partido Socialista (PS), Muñoz renunció unos meses antes del Golpe tanto al partido como a la dirigencia de la CUT «porque no estaba de acuerdo con algunas cosas». Sin embargo, con el Nacional convertido en un campo de concentración, los militares se acordaron de él y lo llevaron allá para delatar a sus ex compañeros.

«Los servicios de seguridad me encapucharon y me pasearon por las diferentes secciones en que estaban los detenidos. Reconocí a bastante gente. Muchos de ellos murieron y soy el responsable por el solo hecho de haberlos reconocido y haberlos acusado de ser mis antiguos compañeros», relató años después en su confesión. ¿Por qué lo hizo? Por «un espíritu de revancha», según él.

Confesión

Ya en junio de 1977 esta historia le pesaba. Se acercó a la Vicaría de la Solidaridad a entregar su versión, a reconocer su autoría en los hechos y también a denunciar que lo ponían a caminar por la calle para seguir delatando, pero él ya no podía.

«Sé que voy a morir tarde o temprano, no voy a morir de un balazo, porque no son tan tontos, pero voy a sufrir un ataque al corazón o voy a resbalar cuando esté esperando micro o me voy a caer cualquier parte», anunció.

Muerte

Y así fue. La prensa indicó que el 21 de octubre de ese año se encontró a una persona asesinada a puñaladas en La Florida y la tesis principal era una riña.

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Cerca de 40 mil personas fueron llevados en calidad de prisioneros al Estadio Nacional

La visión de los medios de la época es criticada por Alberto «Gato» Gamboa, Premio Nacional de Periodismo 2018 y uno de los presos del Estadio Nacional. «No informaron nunca derechamente. Le daban poca bola» señala.

Por eso no extraña que no se dijera que la última vez que fue visto con vida fue cuando abordó un auto junto a dos personas con pinta de policías civiles. Es más, tal como a los que delató, hoy se le considera también una víctima de crímenes de Lesa Humanidad.

¿Víctima?

«Es víctima y victimario. No hay dicotomía ahí. Es una persona que no pudo resistir la tortura y por eso colaboró con los torturadores», afirma Consuelo Contreras, directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos.

«Personalmente no lo critico, porque hay que estar ahí para saber lo que a uno le pasa. Lo importante es que cuando alguien se transforma en victimario y comete crímenes de Lesa Humanidad, el camino es el arrepentimiento y pedir perdón a los familiares de las víctimas», agrega Contreras.

Punto de vista Psicológico

Para Isabel Puga, directora Nacional del Colegio de Psicólogos de Chile, no es posible hacer un análisis psicológico de esta persona en particular pero sí de la tortura psicológica a la que pudieron estar expuestos tanto él como los presos del Estadio Nacional.

«Hay distintos tipos de personas. Hay quienes no controlan el nivel de resentimiento por mucha rabia. No por un simple enojo yo voy a delatar a mis vecinos, por eso quizás hubo algo más. Algo que suele pasar en gobiernos totalitarios y que son vigilantes, de hecho, en la Alemania Oriental también ocurrió algo parecido: alemanes que acusaban a sus pares. Eso tiene que ver con las personas y con las circunstancias», precisa Puga.

De hecho, uno de los puntos que no se debe olvidar es el miedo que difundió entre los que estaban como prisioneros. «Que haya ido este encapuchado y que al azar apuntara a alguien que luego era torturado, eso difundía la política del terror: le podía tocar a cualquiera».

«La tortura psicológica busca minar el espíritu de los otros para que ellos se destruyan y así decir lo que se quería escuchar de ellos. Entre ellos se incluye, por ejemplo, intervenir en los ciclos de sueño, golpear y asustar. Es una política del terror», agrega Puga.

De hecho, así lo reconoce el mismo «Gato» Gamboa. «Recuerdo que nos interrogaban largamente. A veces tomaban decisiones que uno no tenía ni idea», señala al hacer memoria sobre tan oscura época de su vida.

Reparación

El Estadio Nacional estuvo habilitado como recinto de prisioneros hasta noviembre de 1973

Para la reparación, desde el punto de vista psicológico, Puga indica que una de las primeras cosas que se debe hacer es «el reconocimiento debe a ser a nivel institucional», reflexiona.

A su vez, desde el Indh, Contreras agrega que es necesario también que aquellos que saben algo sobre el destino de los que siguen desaparecidos, lo digan.

«Faltan personas que pidan perdón, que digan lo que saben. En este país hay mucha gente que no conoce dónde están sus familiares. Sepultar a los muertos es algo esencial en las culturas, incluso las más primitivas ya realizaban estas ceremonia, y prohibirle un funeral a las familias de las víctimas es seguir torturándolos», precisa.

Nunca más

Y por último, lo que queda es nunca olvidar. «Está probado en todo el mundo que la generación de espacios a la memoria es una garantía de la no repetición. Es algo que hace que la gravedad de los hechos cometidos se incorporen a la historia del país como hechos graves y que no pueden ser vueltos a cometer», aclara.

En esa última línea, cabe mencionar que desde las 11:45 de este 11 de septiembre el Museo de la Memoria tiene en programa varias actividades, incluyendo la emisión del último discurso del entonces Presidente Salvador Allende, la que se podrá escuchar también a través del sitio web www.sintonizaconlamemoria.cl y en la señal 690 AM de Radio Santiago.

También se realizarán proyecciones de cine, exposiciones artísticas y a las 20:00, se realizará una conmemoración a las víctimas como un ejercicio de memoria. La idea es que nunca más en Chile ocurran hechos como estos.

No hay una cifra exacta de cuántas personas fueron torturadas en el Estadio Nacional en 1973

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