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Chistes internos para cinéfilos

  1. Periodista especializado en cine, programador de Sanfic y comentarista en Radio Cooperativa.

Aplaudido en las más diversas latitudes, pero también mirado con desdén por unos cuantos cinéfilos, entre 2011 y 2012 «El artista» fue acumulando reconocimientos desde su estreno mundial en el Festival de Cannes hasta culminar con cinco premios Oscar incluyendo mejor película y dirección. Cinco años después su realizador, el francés Michel Hazanavicius, regresó una vez más al certamen galo, nuevamente incursionando en la trastienda del séptimo arte, pero ahora asumiendo un riesgo no menor: una comedia centrada en hechos reales y protagonizada por uno de los nombres fundamentales en la historia del cine, auténtica leyenda viviente, el aún vigente e influyente Jean-Luc Godard.

Como era de suponer, la gran mayoría de los críticos de cine y expertos denostó desde un principio el proyecto, y no es difícil de entender el porqué. «Godard mon amour», como se titula por estos lados el filme, aborda al venerado cineasta franco-suizo en un período clave en su carrera, cuando hace medio siglo se enamoró de la protagonista de su película «La chinoise», la joven actriz Anne Wiazemsky, con quien viviría una relación llena de altibajos en el marco de las tensiones históricas, políticas y sociales que hicieron ebullición en el ya mítico mayo del 68. Pero la trama, basada en un libro escrito por la propia Wiazemsky, no sólo se atreve a bajar del pedestal cinéfilo a Godard, sino además lo muestra como un personaje pedante, ególatra y a menudo insoportable.

Dejando de lado que ya filmar esta historia tiene a su vez una innegable cuota de esnobismo y pedantería, por mucho que los admiradores de Godard encuentren que desmitificar a su ídolo es prácticamente una herejía y falta de respeto, en verdad Hazanavicius consigue un atractivo ejercicio formal, que a la vez es un acierto estético, tanto por su recreación de época como por el uso de recursos visuales y narrativos del cine godardiano. Bordeando la caricatura, con una excelente y atípica interpretación protagónica de Louis Garrel, «Godard mon amour» -que ahora sólo se puede ver en Alto Las Condes y Portal La Dehesa, pero en las próximas semanas se agregarán salas como El Biógrafo- podría conformarse con ser prácticamente un desfile de «chistes internos» para cinéfilos, pero finalmente puede ser más que eso.

«El depredador»

En 1987, el a menudo subvalorado John McTiernan dirigió «Depredador», filme que generaría un auténtico culto con seguidores en todo el mundo y nuevas películas. Tres décadas después, llega una nueva secuela, ahora dirigida por Shane Black («Iron Man 3», «Dos tipos peligrosos»), quien de hecho actuó en la original; el resultado de seguro dejará contentos a los fanáticos y entretiene y funciona si no se le hacen muchas exigencias, porque la historia, el guión, los diálogos e incluso las actuaciones son bastante débiles. Sin embargo, además del aura ochentera de su trama y puesta en escena, es válido que no se tome demasiado en serio a sí misma y que a pesar del despliegue de sangre y miembros cercenados, opte por generosas cuotas de humor que a menudo la acercan más a la parodia que a lo terrorífico.

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