Las alertas estaban encendidas. Un avión militar ruso que transportaba a 15 efectivos del país bicontinental en Siria había sido derribado por un misil. El Ministerio de Defensa ruso no dudó y apuntó de inmediato a fuerzas israelíes de los hechos. La tensión aumentó, pues el tono de los rusos fue bastante categórico, mientras que desde Israel se optó por el silencio.
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El avión de reconocimiento Il-20 fue alcanzado a 35 kilómetros (22 millas) de la costa cuando regresaba a su base, explicó el ejército ruso.
«Los pilotos israelíes estaban utilizando el avión ruso como escudo y lo empujaron a la línea de fuego de las defensas sirias”, apuntó el vocero del departamento, el mayor general Igor Konashenkov, en un comunicado.
El ministro ruso de Defensa, Sergei Shoigu, llamó a su homólogo israelí, Avigdor Lieberman, más tarde el martes para decirle que Israel es «totalmente culpable” de las muertes, señaló el ministerio.
En este ambiente solo faltaban las palabras del mandatario ruso Vladimir Putin, quien ante la sorpresa de todos, colocó paños fríos y relativizó el rol de las fuerzas israelíes en los hechos
Después de mantener una conversación con su par israelí, Benjamín Netanyahu, el presidente ruso optó por la calma: “Cuando la gente muere, especialmente bajo estas circunstancias, es siempre una tragedia”, agregó Putin según cita RT.
Durante años, Israel y Rusia han tenido una línea telefónica especial para evitar que sus fuerzas aéreas chocasen en cielo sirio y las autoridades militares israelíes habían elogiado su efectividad.
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Moscú ha sido un aliado clave del presidente de Siria, Bashar Assad, y tiene dos bases militares en el país, una de ellas cerca de la costa mediterránea.
La dramática entrada de Rusia en la guerra civil siria en 2015 en apoyo del gobierno de Damasco, tras un año de ataques aéreos de Estados Unidos y su coalición contra el grupo extremista Estado Islámico, aumentó el espectro de confrontaciones peligrosas en el cielo de Siria.
Las tropas de Turquía también están desplegadas en el norte de Siria y patrullan desde aire una región en la que Ankara busca aumentar su influencia para frenar la expansión de los territorios controlados por los curdos sirios.
Israel no se posicionó con ninguno de los bandos en la guerra civil siria, pero reconoció que realizó docenas de ataques aéreos contra su archienemigo Irán y la milicia libanesa chií Jezbolá.
Por otra parte, Israel reconoció también que atacó objetivos iraníes unas 200 veces y advirtió que no permitirá que Teherán tenga una presencia militar permanente en la Siria de la posguerra.