La intoxicación masiva que hubo en Quintero y Puchuncaví en agosto no ha terminado. A pesar de las medidas adoptadas por autoridades e industrias, desde el lunes se ha registrado una nueva ola de afectados que acabaron con la paciencia de sus habitantes. Las organizaciones de estudiantes secundarios anunciaron que radicalizarán sus formas de protesta.
PUBLICIDAD
«Sentimos que ya no se puede decir que es la gota que rebalsó el vaso, porque básicamente lo que está pasando acá se rebalsó hace mucho tiempo», explica Alexis Rojas, que cursa 4º medio en el colegio Santa Filomena de Quintero.
Las alertas sanitarias se habían levantado y vuelto a poner con la aparición de nuevos casos, pero este lunes, con el regreso a clases de colegios y jardines, las cifras volvieron a causar estragos. Durante el martes la urgencia y consultorio del hospital de Quintero cerró para enfocarse en atender solo casos de intoxicación.
Alexis Rojas cuenta que la cantidad de afectados es tan alta que «se está atendiendo a la gente encima de mesas y colchonetas. Y se les está poniendo número, y no nombre, para hacer el rol más rápido y poder atenderlos de forma urgente».
Problema de salud
Aunque el proceso de atención médica aún está ocurriendo, se calcula que entre lunes y martes el hospital de Quintero ha recibido a más de cien pacientes con síntomas atribuibles a una intoxicación.
«Los niños siguen llegando con síntomas como vómitos de sangre, parálisis de extremidades, dolor de cabeza insostenible, que no hay remedios que los calmen más que sedarlos y dormirlos; dolor de estómago que hace retorcerse a las personas», cuenta el dirigente estudiantil. Entre los afectados hay tanto escolares como vecinos.
Pero los efectos no siempre han sido tan gráficos. El diputado DC Daniel Verdessi ingresó hoy un Proyecto de Resolución para reparar el daño causado a miles de personas que habitan -o habitaron- en las llamadas «zonas de sacrificio».
PUBLICIDAD
«Tenemos suficientes antecedentes para pensar que existe un gran número de personas afectadas que, por estas políticas de Estado, deben ser reparadas y nuestra propuesta es que sea al menos mediante una pensión de gracia, que es una compensación mínima a 50 años de contaminación», dijo Verdessi después de la presentación del proyecto.
El diputado afirmó que enfermedades respiratorias, cáncer, malformaciones genéticas y abortos son algunas de las consecuencias de la exposición a agentes tóxicos en el largo plazo. Para determinar a los afectados, se basaría en criterios internacionales.
La generación equivocada
«Nos impacta, nos causa conmoción, no logramos entender, la verdad. No logramos entender cuánta indolencia por parte del gobierno», cuenta Rojas. Los estudiantes secundarios han sido una de las caras más visibles del descontento en la región de Valparaíso.
Tras años de políticas públicas que han permitido que se llegue al escenario de intoxicaciones masivas, los escolares se están manifestando.
Antes del regreso a clases, se tomaron la municipalidad de Quintero durante la noche del domingo y la madrugada del lunes. Horas después de desalojar el edificio, los colegios volvieron a recibir alumnos en un ambiente de calma.
Pero eso duró poco. A las 11 de la mañana ya habían nuevos casos de intoxicación. «El día martes nos escapamos de los colegios. Todos los colegios se juntaron en la plaza y entramos a la municipalidad en forma protesta sobre la poca colaboración que tenemos de parte del gobierno local, regional y central», cuenta el vocero estudiantil.
Desde la municipalidad de Quintero aseguraron que no fue una toma, sino una manifestación en el frontis del edificio. La entidad edilicia asegura que los estudiantes se fueron por su propia voluntad, luego de pacíficamente llegar a un acuerdo.
El alcalde se comprometió a juntarse el día miércoles con 12 representantes estudiantiles para escuchar sus demandas. Rojas no comparte el tono. «Hemos dicho que se metieron con la generación equivocada. Que vamos a pelear y no vamos a bajar los brazos. Como forma de poder asegurar algo, es que los secundarios de Quintero y Puchuncaví van a seguir luchando, y desde estos momentos la lucha se radicaliza», afirma.