Con demasiado miedo para dormir al interior, los residentes acamparon afuera en la oscuridad el sábado mientras las víctimas narraban historias desgarradoras de cómo fueron separadas de sus seres queridos un día después de que un poderoso sismo desencadenara un tsunami y provocara olas que alcanzaron los 6 metros (20 pies) de altura, matando a cientos de personas en la isla indonesia de Sulawesi.
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La cifra oficial de muertos se mantenía en 384 y todos los fallecidos estaban en la golpeada ciudad de Palu, pero se espera que el número aumente una vez que los rescatistas lleguen a las zonas costeras, dijo Sutopo Purwo Nugroho, vocero de la agencia de desastres. Otras personas estaban desaparecidas, agregó, aunque no dijo cuántas. Las ciudades cercanas de Dongala y Mamuju también fueron devastadas, pero había poca información disponible debido al daño en las rutas de acceso y los sistemas de comunicación.
Nugroho dijo que “decenas y cientos” de personas participaban en un festival en una playa de Palu cuando se suscitó el tsunami el viernes. Se desconoce su paradero.
Cientos de personas lesionadas fueron llevadas a hospitales, dañados por el sismo de magnitud 7,5.
Algunos de los lesionados, incluido Dwi Haris quien sufrió de fractura de hombro y espalda, reposaba afuera del Hospital Militar de Palu, donde los pacientes eran atendidos al exterior debido a las fuertes y continuas réplicas. Lágrimas llenaron sus ojos cuando narró cómo sintió el violento temblor en el quinto piso del cuarto de hotel que compartía con su esposa e hija.
“No hubo tiempo de salvarnos. Creo que me quedé atrapado entre los escombros de la pared”, dijo Haris, y agregó que la familia estaba en el pueblo para una boda. “Escuché a mi esposa pedir ayuda, pero luego silencio. No sé qué les sucedió a ella o a mi hija”.
Es el desastre natural más reciente en golpear a Indonesia, que frecuentemente es cimbrada por terremotos, erupciones volcánicas y tsunamis ya que está ubicada en el “Cinturón de Fuego”, un aro de volcanes y fallas sísmicas en la Cuenca del Pacífico. En diciembre de 2004, un enorme terremoto de magnitud 9,1 frente a Sumatra, al oeste de Indonesia, desencadenó un tsunami que cobró la vida de 230.000 personas en una docena de países. El mes pasado, un poderoso sismo en la isla de Lombok mató a 505 personas.
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Palu, la capital provincial con una población de más de 380.000 personas, estaba salpicada de escombros de inmuebles que colapsaron. El agua de mar se adentró y dejó parcialmente sumergida una mezquita que ya había resultado dañada por el sismo. Un centro comercial quedó reducido a escombros y un puente quedó derrumbado. Los cadáveres quedaron cubiertos parcialmente con mantas y un hombre cargaba a un niño muerto entre los escombros.
La ciudad está construida alrededor de una estrecha bahía que al parecer amplificó la fuerza de las aguas del tsunami al adentrarse por la ensenada.
El presidente de Indonesia Joko “Jokowi” Widodo dijo a la prensa que llamó al jefe del ejército para que ayude en las labores de búsqueda y rescate.
El portavoz de Naciones Unidas Stephane Dujarric dijo que funcionarios de la ONU están en contacto con las autoridades de Indonesia y “listos para proporcionar la ayuda requerida”.