Primero se escuchó con insistencia la altisonante frase «tenemos un pie en la playa». Luego hubo sorna y burla altiplánica hacia el «nerviosismo» de la delegación chilena en La Haya. Lo cierto es que en la mítica plaza Murillo, corazón de La Paz, Bolivia, lo que primero fue entusiasmo, música folklórica y euforia, luego se tornó en decepción y desesperanza, tras el fallo de la Corte Internacional de Justicia.
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«En la época republicana (hacia 1825), la plaza de Armas se nombró plaza 16 de Julio, y para el Centenario de la Revolución del 16 de julio, la plaza empezó a denominarse plaza Murillo en honor de Pedro Domingo Murillo (1759-1810), a causa de su participación en el levantamiento del 16 de julio de 1809. Tras la Guerra Federal, en 1898, los poderes Ejecutivo y Legislativo fueron trasladados allí. El Poder Judicial se mantiene en Sucre, capital constitucional de Bolivia. El Palacio de Gobierno de Bolivia (llamado Palacio Quemado) se encuentra en el lado Sur de la plaza Murillo», se puede leer en el portal Wikipedia, con lo cual se pone de relieve la importancia de la manifestación convocada allí, por el gobierno de Evo Morales.
«Mar para Bolivia» y «recuperemos nuestro mar» fueron los gritos que más se repitieron entre las 200 personas, que se dieron cita para respaldar la causa de su país, a través de pantallas gigantes colocadas para tal fin. Conforme los magistrados iban negando, uno a uno, los alegatos bolivianos en La Haya, la música en La Paz se silenció progresivamente y en las personas que se concentraron en la plaza Murillo, se fueron disgregando, muchas de ellas con la cabeza gacha.
Consumado el categórico fallo de los jueces, desde el Palacio Quemado el presidente en funciones Álvaro García Linera atendió a la prensa, repitiendo el argumento esgrimido desde Europa por Evo Morales. «La Corte ha cerrado una puerta, pero aún quedan muchas puertas por abrir», reiteró el segundo a bordo del estado pluninacional de Bolivia. «Nos limpiamos la boca antes de comer», expresaron ciudadanos que se retiraban a sus labores, luego de que las expectativas levantadas se estrellaran contra el muro del Derecho Internacional.