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A 30 años del triunfo del No: ¿Por qué ha perdido tanta fuerza el recuerdo del plebiscito?

Según expertos, la celebración del plebiscito se mira con indiferencia debido a la brecha generacional y a que la élite política se apropió de esta conmemoración.

Gianluca Abarza tiene 22 años recién cumplidos, vive en San Miguel y creció escuchando rap. Estudiaba Arte, pero hace un tiempo cambió la universidad por su carrera artística. Aventajado en la escena del trap nacional, su música habla de la generación que nació en los noventa. Si bien confiesa que en su familia siempre fue explícita una postura de izquierda, Gianluca -como es conocido- no tenía idea de que hoy se conmemora el aniversario 30 del plebiscito del 5 de octubre de 1988.

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“No sabía que era un 5 de octubre, está bien que se conmemore pero no sé si hay mucho que celebrar: aún rige la misma constitución de Pinochet y no se han hecho los cambios estructurales necesarios por el futuro de la sociedad chilena”, advierte el músico.

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El olvido de Gianluca es compartido. Según un estudio del Centro de Estudios de Opinión Ciudadana (CEOC) de la Universidad de Talca, el 76.1% de los encuestados desconoce que hace tres décadas la dictadura llegó a su fin. En el grupo etario entre 18 y 20 años la cifra se eleva al 84, 6%.

La memoria de los políticos

¿Por qué nadie parece recordar el 5 de octubre? A juicio del historiador Gabriel Salazar, la jornada electoral del 5 de octubre no penetró en la memoria popular. “La gente más joven no lo recuerda. Además, en las poblaciones rememoran más las jornadas de lucha, la memoria de la transición es la de los políticos. Por eso están interesados en recordar este día, es la celebración de sí mismos. A la Concentración no le queda otra que seguir celebrando. Es solo una fecha”, indica el académico de la Universidad de Chile.   

“El plebiscito fue importante porque supuso un no rotundo a la continuidad de Pinochet por ocho años más. Pero al poner el acento nada más que en el plebiscito se pierden de vista las 22 jornadas nacionales de protesta, que partieron en 1983. Chile estaba demostrando al mundo que era ingobernable bajo el aparato militar. La película que hicieron («No», de Pablo Larraín) es triunfalista: olvida la movilización popular y el descontento de Estados Unidos junto al capital financiero, son ellos quienes deciden sacar a Pinochet”, añade el Premio Nacional de Historia.

Cristina Moyano, directora del Departamento de Historia de la Universidad de Santiago, cree que la indiferencia responde a la despolitización de la sociedad. «Que la gente no sepa es normal. Solo han transcurrido treinta años. La Concentración fue privatizando o des-socializando el triunfo el triunfo del No. En los primeros años se realizaban actos de conmemoración masiva, pero a partir del primer gobierno de Michelle Bachelet se privatizó la conmemoración. Ahora que son 30 años se le pone relevancia en esta memoria más fresca, pero es muy probable que esto no esté en el seno de lo social. La lectura de que los partidos posibilitaron el triunfo, de que fue un acuerdo entre las élites, fue permeando y se fue expresando en la manera en que el No se fue conmemorando durante varios años de los gobiernos democráticos», reflexiona la investigadora.

La alegría ya viene 

Lo que el paso del tiempo no barrió fue el himno de la campaña del No, «Chile, la alegría ya viene». Su interpretación, eso sí, hoy es contradictoria. «La propia campaña generó este hito de alegría por su posibilidad de expresión. Pero siempre se hizo una crítica a que esta alegría no habría llegado y eso tiene que ver con una lectura de que la élite política que dirigió la transición apostó por una democracia representativa y no una democratización social relevante que socavara las bases de la Dictadura Militar», indica Moyano.

«Es difícil saber cómo este hito se recordará por los actores sociales. Pero estas fechas son huellas, lugares de memoria que generan debates. Un segundo gobierno de derecha y la crisis por la que pasó la Nueva Mayoría explican por qué el debate se ha trasladado al sentido del triunfo del No», añade la historiadora, escéptica sobre cómo las futuras generaciones mirarán el 5 de octubre.

Gianluca, por su parte, no tiene dudas. «Si el proceso de luchas no hubiera existido, el lápiz y papel no habría sido suficiente para derrocar a Pinochet», sentencia.

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