Los brasileños reflejaron su disgusto con la corrupción y la delincuencia en la primera ronda electoral, en la que casi le dan la victoria definitiva a un ex militar que promete restaurar “los valores tradicionales”. Un escenario que preocupa a algunos y comienza a cautivar a otros.
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La candidatura de Jair Bolsonaro aún causa inquietud debido a sus comentarios positivos sobre la dictadura y sus expresiones despectivas hacia las mujeres, los negros, los grupos indígenas y los gays.
Diferentes analistas internacionales advierten de lo imprevisible que sería un posible gobierno del derechista por su semejanza con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, un candidato fuera de lo tradicional que está orgulloso de serlo, con promesas de desmantelar un sistema político disfuncional, mientras conquista la imaginación de muchos ciudadanos que temen perder su lugar en una sociedad que cada vez es más diversa e inclusiva.
Es más, según el New York Times, los críticos y los analistas políticos «temen que pueda convertirse en un líder autoritario como Recep Tayyip Erdogan de Turquía o Rodrigo Duterte de Filipinas».
Además, el futuro gobierno tendrá un impacto en Venezuela, tanto en el terreno diplomático como en el área de inmigración, ya que miles de venezolanos han huido a Brasil debido a la crisis política y económica de su país.
El mercado de su lado
Las políticas económicas del próximo presidente tendrán un enorme impacto en Latinoamérica, pues muchos países vecinos son importantes socios comerciales de Brasil, la economía más grande de Latinoamérica y un peso en el mundo diplomático.
La comunidad empresarial, aunque con reservas debido a su retórica populista y estatista, está aceptando a Bolsonaro en parte debido a su decisión de nombrar a un banquero reconocido como jefe de su equipo económico, y en parte debido al temor de que el país vuelva a las políticas izquierdistas del Partido de los Trabajadores.
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El favorito de los mercados, el ex gobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin, quedó sin posibilidades de ganar a pesar del apoyo de su partido y más tiempo en los medios de comunicación que los otros candidatos. «Para los mercados, Bolsonaro no es el candidato perfecto pero representa menos riesgo que Haddad», dijo Gilberto Braga, profesor de economía de la universidad Ibmec en Río de Janeiro.
Aun así en meses recientes los mercados bursátiles brasileños, octava economía mundial, y el valor de la moneda han subido cada vez que Bolsonaro asciende en las encuestas.
Inclusive, luego de su triunfo en primera vuelta con el 46% de los votos las principales empresas brasileñas tuvieron un alza en la bolsa de Nueva York. La lista está encabezada por la estatal Petrobras que tuvo un incremento de un 12,37%.
El derechista ha prometido nombrar como ministros a generales, despertando la sombra de un régimen militar de facto. Históricamente, los líderes de ese tipo de regímenes tienden a ampliar el rol del Estado en la economía, no reducirlo.
En las semanas siguientes, de cara a la segunda vuelta del 28 de octubre en la que enfrentará al ex alcalde de Sao Paulo, Fernando Haddad, las propuestas principales de Bolsonaro seguramente serán analizadas por el electorado con minuciosidad.
Sin embargo, quien resulte electo en la segunda ronda dirigirá un país sumido en una crisis económica y política, aún conmovido por el caso Lava Jato, el mayor esquema de corrupción en la historia de país develado a partir de 2014.