Tras el asesinato del periodista saudí Jamal Khashoggi, la imagen del príncipe heredero Mohammed bin Salam pasó de un reformista que daba a Arabia Saudí un nuevo aire a un perverso monarca opresor de la crítica.
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En un reino que supo ser gobernado por una rotación de ancianos monarcas, el príncipe heredero sobresale como una cara joven de una nación joven. El año pasado, a los 31 años, Mohammed pasó a ser el príncipe heredero, que llegado el momento reemplazará a su octogenario padre, el rey Salman.
Su doble imagen bien a quedado plasmada en sus acciones. El royal promovió el permiso para que las mujeres pudieran finalmente manejar automóviles, ir a partidos de futbol y al cine, al tiempo que encarcelaba a activistas que defienden los derechos de la mujer.
Alentó las inversiones, pero detuvo a empresarios, miembros de la realeza y a otras personas en una campaña contra la corrupción que pareció una advertencia a la elite saudí.
Cuando el rey Salman asumió en enero del 2015, de inmediato nombró al príncipe Mohammed como ministro de defensa con 29 años, tomando al reino por sorpresa. En este rol impulsó una guerra contra rebeldes chiítas en Yemen que comenzó un mes después de que asumiese las riendas del país y sigue todavía.
“No vamos a esperar hasta que la guerra llegue a Arabia Saudí”, dijo el príncipe a la empresa saudí MBC el año pasado. “Vamos a hacer lo necesario para que la batalla se libre en Irán”.
Su agresiva postura hacia Irán ha sido elogiada por el presidente estadounidense Donald Trump, que sacó a su país de un acuerdo nuclear con los iraníes negociado por el gobierno de Barack Obama, en quien los saudíes no confiaban mucho.
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Antes de ser nombrado príncipe heredero, Mohammed visitó la Casa Blanca y entabló una estrecha relación con el yerno de Trump, Jared Kushner. La primera visita al exterior de Trump tras asumir la presidencia fue a Riad, la capital saudí.
¿Como le afecta el caso Khashoggi?
Lo que haga ahora Mohammed afectará al principal productor de petróleo del mundo por décadas. Y, como parece demostrar la muerte del periodista saudí Jamal Khashoggi en Estambul, el joven príncipe no tolerará la oposición mientras promueve su visión del futuro.
Mohammed esperaba recabar el apoyo mundial a sus esfuerzos por reformar la dependencia económica que tiene el país del «oro negro», pero ahora la monarquía se enfrenta a posibles sanciones por el asesinato.
Arabia Saudí ha amenazado con tomar represalias contra cualquier acción punitiva, pero algunos analistas dicen que blandir su principal arma _ la producción de petróleo _ podría resultarle contraproducente y hacer que los objetivos económicos del príncipe se alejen aún más.
“Ahora el tema es cómo los gobiernos occidentales coordinarán una respuesta y hasta dónde quieren hacer crecer esto de forma coordinada”, dijo Michael Stephens, investigador especialista en Medio Oriente en el Real Instituto de Servicios Unidos para Estudios de Defensa y Seguridad de Londres.
Asesores cercanos al príncipe han sido despedidos por el asesinato del periodista y 18 sospechosos han sido arrestados. Pero el mismo príncipe, protegido por su padre, ha sido escogido para dirigir un panel para reformar los servicios de inteligencia del reino, una señal de que seguirá siendo el siguiente en la línea de sucesión al trono.
La falta de transparencia de la familia real hace que resulte difícil evaluar el impacto que el episodio de Khashoggi tiene en Arabia Saudí. La televisión estatal sigue difundiendo imágenes del príncipe Mohammed asistiendo a reuniones y desarrollando sus actividades normales, como si nada estuviese pasando. Analistas aseguran que tiene el respaldo total de los sectores más poderosos del reino.
