Zapato, pantalón, camisa y corbata. Esa es la combinación clásica que representó a los trabajadores de oficina durante todo el siglo pasado, tradición que cada vez más empresas van dejando atrás en pos del bienestar laboral.
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Comenzó tibiamente en Chile con el «día de jeans» una vez al mes, para luego dar paso a los viernes informales o de zapatillas. Pero ese primer paso para la flexibilización de la vestimenta laboral ya estaría obsoleto, según los expertos, y cada vez son más las empresas que disfrutan de los beneficios de borrar el código de vestimenta de lunes a viernes.
«Cuando se planteó tener el viernes de jeans, reflexionamos por qué sólo ese día, si uno tiene que trabajar igual de bien y a gusto de lunes a viernes», explica Leire Cosgaya, gerenta de Transformación Cultural del Grupo Cygnus. Por lo mismo, desde marzo esta empresa eliminó el «dress code» para todos sus colaboradores, tanto en el papel como en la cultura corporativa.
Desde ese día desfila toda la gama de estilos: desde jeans rasgados y poleras de algodón con estampados, hasta quienes prefieren mantener la esencia formal, con camisa y zapatos. Pero esa es la intención, explica Cosgaya, ya que»la idea no es vestir informal o casual, sino sentirse cómodo. Y si alguien se siente cómodos con traje de dos piezas, está perfecto», señala.
El beneficio no es sólo para los trabajadores
¿Y eso en qué favorece a las empresas? Cambiar las camisa y zapatos por zapatillas y estampados no sería factor para considerar el profesionalismo de una empresa y menos causa una mella en la productividad, aclara la experta. Sino que todo lo contrario.
Vestir de manera cómoda «es un proceso de transformación cultural orientado al bienestar laboral, pues facilita que las personas se sientan a gusto, confiadas y en plenitud en el trabajo. Ayuda a la armonía entre lo que la persona piensa, siente, dice y hace, y que sea más genuina», recalca Cosgaya.
El vestir cómodo se retribuye de manera directa a la empresa. De partida, la confianza e integración entre los empleados se afianza. «Hoy vemos que las personas se saludan de manera más cercana y natural. Si alguien ocupa un estampado de Star Wars, otro conoce sus gustos, entabla una conversación y se produce conexión», dice la experta.
El compromiso también crece, ya que el vestir cómodo solidifica la relación con la empresa y ayuda a retener los talentos. Junto con eso, y contrario a lo que se piensa, el mayor entusiasmo mejora la productividad de los trabajadores.»No hemos tenido ninguna reacción especial de clientes. El profesionalismo no reside en cómo te vistes. Al contrario, si me siento más cómo, haré mi trabajo mejor y con más entusiasmo», cierra Cosgaya.