Este lunes la princesa Ayako de Japón (28) renunció oficialmente a su título real tras dar el «sí» al plebeyo financiero Kei Moriya, pero no a la vida de lujo que acostumbran a llevar las royals.
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Tal como manda la ley que rige a los integrantes de la Casa Imperial desde 1947, las mujeres nacidas como princesas pierden su estatus de altezas y funciones de representación tras casarse con un hombre que no posea sangre real, ley que no se replica en los hombres.
No obstante, según el gobierno nipón, con el fin de que la ahora plebeya Ayako pueda mantener su estilo de vida y en compensación por la pérdida de sus derechos recibirá una suma de 107 millones de yenes (654.446.240 de pesos chilenos).
Además, la ex princesa podrá mantener su cargo de presidenta honorífica en la Sociedad Canadiense-Japonesa y la Federación de Cadetes del Mar de Japón.
La Casa Imperial está regida por leyes discriminatorias con las mujeres, ya que sólo ellas pierden su título al casarse con un plebeyo, no pueden acceder al trono y sus hijos e hijas tienen prohibido formar parte de la línea sucesoria.