Jair Bolsonaro , el populista de derecha que llegó a la victoria en las elecciones presidenciales de Brasil, es notoriamente franco sobre su ofensiva opinión de los afro-brasileños, las mujeres, los gays, los izquierdistas y los derechos humanos.Sin embargo, el capitán retirado del ejército de 63 años y congresista de larga data ha dicho mucho menos y nada sobre su agenda para Brasil. Se saltó los debates presidenciales y evitó las preguntas políticas en la campaña, haciendo promesas vagas para «transformar» el país afectado por la crisis.
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Con respecto a política exterior, el presidente electo ha expresado reiteradamente su admiración por Donald Trump, prometió retirar al país más grande de Latinoamérica del acuerdo clima de París, y adoptar una postura dura en contra de Venezuela, sin embargo, aún se desconoce qué tipo de línea dura adoptará el brasileño contra Nicolás Maduro.
Cabe destacar que, pese a la victoria contundente en las elecciones , Bolsonaro solo tiene el 10.1% de los escaños en la Cámara y el 4,9% de los del Senado. Apenas un apoyo de 52 diputados en una Cámara que tiene un total de 513 parlamentarios, «esto hace muy difícil que tenga la gobernabilidad que necesita para cualquier acción», asegura Luis Daniel Álvarez, director de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela. En un sistema político “hiperconsensual” como el brasileño, con decenas de partidos y un Congreso muy propenso a frenar nuevos proyectos de ley, Bolsonaro tendrá que pactar todas sus propuestas al igual que hacen todos los presidentes democráticos en Brasil. Tendrá que lograr el apoyo en muchos casos de los diputados del mismísimo Partido de los Trabajadores, al que él mismo ha calificado como un partido corrupto de “delincuentes rojos “ que deben ser “expulsados del país”.
El triunfo de Bolsonaro lleva a una inmensa confrontación geopolítica de modelos, proyectos e ideas. Esto representa una amenaza para Venezuela, frontera colindante, con la que ya hay en la actualidad una crisis humanitaria con la ola de refugiados
Para Pavel Gómez, politólogo venezolano afincado en Chile, «la relación entre los gobiernos de Venezuela y Brasil tendrá dos elementos de tensión: la generada por la ola de refugiados que escapan de Venezuela a Brasil por un lado, y por el otro, la generada por el antagonismo ideológico entre ambos gobiernos. Hay actores que esperan que Brasil juegue duro frente al gobierno venezolano, incluyendo la opción militar. Yo soy escéptico con esto, ya que la presencia en Venezuela de fuertes intereses de China, Rusia, Cuba, y otros países como Turquía e Irán, es un disuasivo importante para cualquier acción militar coordinada en Venezuela».
Paz Milet académica de la Universidad de Chile sostiene que «hay que ver cómo actúa finalmente con un MERCOSUR que está negociando una cuerdo con la UE que es una alternativa para Brasil».
Fernando Castillo, académico de historia en la Universidad Andrés Bello, señala que Maduro corre con desventaja, puesto que con el triunfo de Bolsonaro han perdido un importante aliado política en la región, considerando el apoyo recibido por más de una década desde los gobiernos de izquierda liderados por Lula da Silva y Dilma Rousseff. Estados Unidos encontró en la región al mejor de los aliados contra el gobierno de Maduro.En ese sentido, es altamente probable que el nuevo gobierno de Brasil se alinee con la política estadounidense dirigida al aislamiento diplomático de Venezuela, y con ello, recobrar el espacio de liderazgo a nivel latinoamericano que perdió tras la crisis política desataca en agosto de 2016, luego del impeachment contra la ex presidenta Rousseff».
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La retórica de Bolsonaro recuerda a la de Trump, en el sentido del lema «Brasil primero», «»por encima de Brasil solo Dios», «frases propagandísticas y bastante débiles, ha hablado mal del Mercosur, de la Comisión de Derechos Humanos, pero de decir a que vaya a hacer algo no sabemos y «Itamaraty», la cancillería brasileña tiene líneas muy duras que un outsider, un improvisado de la política como es Bolsonaro no va a poder quebrar», asegura Daniel Álvarez.
«Bolsonaro ha hecho de Venezuela un gran tema de su campaña electoral, echando mano al argumento del «peligro comunista». Es posible que mantenga esta retórica beligerante con base en argumentos ideológicos, reales o imaginarios. En términos prácticos, más allá de la espuma del discurso político, preocupa que los gobiernos puedan tener en común cierto desprestigio por la democracia y los derechos humanos. Bolsonaro tiene 28 años de declaraciones en este sentido. Maduro ya he tenido la chance de demostrarlo en la práctica. Veremos», dice Joao Paulo Charleaux, periodista brasileño de Nexo Journal.