La princesa Diana y Camilla Parker Bowles eran completamente diferentes, pero algo las unía, su amor por el mismo hombre, el príncipe Carlos.
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Por esta razón, Camilla no era la persona favorita de la Princesa del Pueblo, pues ella se entrometía en su matrimonio, incluso Diana reveló a la BBC que “éramos tres en ese matrimonio, estaba un poco lleno de gente”, refiriéndose a Camilla.
La ahora esposa del príncipe Carlos tenía un estilo descuidado, pues creció en el campo de Sussex, y tuvo una infancia libre durante la que desarrolló la pasión por la jardinería y su amor por los caballos.
Esta vida al aire libre y cerca de la naturaleza dejó poco espacio para preocuparse por arreglarse y lucir fantástica, a diferencia de la princesa Diana.
Por eso, según la revista Gala, Diana “la calificaba como fea, vieja, gorda y sucia, incluso, muy sucia. No podía soportar las uñas de Camilla, dañadas por la equitación y ennegrecidas por la jardinería, o por su cabello, que consideraba grasiento y mal cortado».
Además, Elle Francia reveló que «también centraba su atención en las desgastadas botas de goma de “la Parker Bowles” y sus aburridas faldas de tweed».
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Cuando se formalizó el romance entre el príncipe Carlos y Camilla, se dieron la tarea de mejorar su imagen.
