La policía francesa roció gas lacrimógeno y disparó cañones de agua el sábado para dispersar a manifestantes violentos en París, luego de que miles de personas se reunieron en la capital y otras ciudades para bloquear caminos en protesta por los crecientes impuestos al combustible.
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Miles de policías fueron desplegados a nivel nacional para contener el octavo día de manifestaciones, en las cuales han muerto dos personas desde su inicio el 17 de noviembre. Las manifestaciones mortíferas comenzaron como protestas contra los impuestos, pero se transformaron en una reprimenda contra el presidente Emmanuel Macron y el percibido elitismo de la clase gobernante.
Hubo enfrentamientos tensos en los Campos Elíseos entre la policía y los manifestantes, quienes incendiaron madera, portaron carteles que decían «Muerte a los impuestos» y volcaron un vehículo grande.
De inmediato no hubo reportes de lesionados, pero 18 fueron detenidos por varios actos incluido «lanzamiento de proyectiles», le dijo la policía a The Associated Press.
Al menos ocho personas, entre ellas dos policías, resultaron heridas durante la jornada de disturbios en toda Francia, informaron las autoridades. La policía dijo que decenas de manifestantes fueron detenidos en París por «lanzar proyectiles», entre otras accciones.
«Esto va a desatar una guerra civil y yo, como la mayoría de los otros ciudadanos, estamos listos», dijo Benjamin Vrignaud, un manifestante de 21 años y residente de Chartres.
«Nos lo quitan todo. Nos roban todo», dijo Laura Cordonnier, de 21 años.
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Las autoridades informaron que 5.000 manifestantes colmaron Campos Elíseos y que a nivel nacional sumaron 81.000, menos que los 244.000 del sábado pasado.
El ministro del Interior, Christophe Castaner, denunció a los manifestantes de la extrema derecha a quienes calificó de «subversivos» y acusó a la líder de la Asamblea Nacional, Marine Le Pen, de fomentarlos.
Los disturbios representan un desafío importante para el asediado Macron, quien sufre en las encuestas de popularidad.
Macron ha sido el foco de la ira de los manifestantes que acusan al centrista mandatario proempresarial de ser indiferente ante las dificultades de los franceses comunes.
Hasta ahora Macron se ha mostrado firme e insiste en que el aumento al impuesto del combustible es necesario para reducir la dependencia de Francia frente a los combustibles fósiles y para financiar la inversión en energías renovables, una parte central de sus reformas a la nación. El martes defenderá nuevos planes para hacer más fácil la «transición energética».