El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, arribó esta mañana al aeropuerto de Ezeiza para participar de la cumbre del G-20, que se desarrollará el viernes y sábado próximo en Buenos Aires. Lo recibió el canciller Jorge Faurie.
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Bin Salman se convirtió así en el primer líder internacional en llegar a ese país para la cumbre del grupo multilateral.
Pero el príncipe heredero es una figura bien controvertida. De hecho, la Justicia argentina debe responder hoy un pedido de la ONG Human Right Watch (HRW) por el asesinato del periodista saudita Jamal Khashoggi en Estambul en octubre y crímenes de guerra en Yemen.
La participación del príncipe Mohammed bin Salman en la Cumbre G20 podría permitir que las víctimas de abusos que no lograron justicia en Yemen o Arabia Saudita puedan obtenerla en los tribunales argentinos. https://t.co/Y58ocS6Ai6
— Human Rights Watch (@hrw_espanol) November 27, 2018
HRW realizó su petición al asegurar que Argentina reconoce la jurisdicción universal por crímenes de guerra y torturas, lo que implica que está facultada a investigar y juzgar estos delitos, con independencia de dónde se cometan.
Sin embargo, por el momento las autoridades argentinas no han dado muestras de que prospere.
Según destaca Infofabe, el pedido contra el saudita está en manos del fiscal Ramiro González que evalúa tres caminos: si entiende que debe aplicar el artículo 117 de la Constitución que establece como competencia originaria de la Corte Suprema «todos los asuntos concernientes a embajadores, ministros y cónsules extranjeros», entonces derivará el asunto al máximo tribunal; si no lo deriva, puede decidir estudiar si lo que plantea la ONG son efectivamente delitos de lesa humanidad; o directamente puede rechazar de plano su competencia.
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Después de llegar al aeropuerto, la comitiva saudita se dirigió hacia la embajada de ese país en Argentina, ubicada en una zona exclusiva del barrio porteño de Palermo.
Ayer, mientras no estaba confirmada la llegada del príncipe heredero, llamó mucho la atención a los vecinos de la sede diplomática la instalación de unos paneles protectores antibalas de grueso calibre en las ventanas y puertas.