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“No hay nada que celebrar”: La pobre cifra de participación de la mujer en altos cargos de empresas

Si bien la presencia de mujeres en cargos ejecutivos mejoró un 4% en un año, la tónica sigue siendo que 8 de cada 10 puestos en planas ejecutivas sean hombres.

Cada vez que se liberan cifras sobre la brecha de género en el mercado laboral, los números son la excusa para una cita directa con la cruda realidad. Sin embargo, el fenómeno se exacerba cuando de participación de mujeres en altos cargos de empresas se trata.

Este jueves, la asociación Mujeres Empresarias, en conjunto con la Dirección de Estudios Sociales de la U. Católica (Desuc), revelaron el nuevo Informe de Mujeres en Alta Dirección de Empresas 2018, documento que revela otro choque violento con la desigualdad.

El estudio, que sondea la presencia de mujeres en los cargos altos de 111 grandes empresas de Chile, demostró que de los cargos ejecutivos, la representación femenina es tremendamente escasa. Sin ir más lejos, el IMAD 2018 constató que en ese grupo exclusivo de altas decisiones corporativas, apenas un 17% son mujeres. Eso, según el sondeo de empresas que transan en la bolsa, bancos, entidades públicas y multinacionales.

La cifra, a todas luces crítica, incluso empeora cuando se discrimina en los puestos que están más a la cabeza de las decisiones de un directorio: del total de gerentes de finanzas, apenas un 12% son mujeres, mientras que gerentas generales, no son más del 4%. Y cuando se habla de la cúspide de las empresas, sólo el 4% de las mujeres tiene el sillón de la presidencia.

Los datos más crudos, sin embargo, hablan de que el 28% de las compañías no tiene ninguna mujer en su plana alta, y que el 49% incurre en los mismo dentro de sus directorios.

«Medidas radicales»

Dividiendo el problema por sector, uno de los rubro que más castiga la desigualdad es el sector industrial, con representación del 9% de mujeres en sus directorios, y algo similar ocurre con el área financiera, con la representación de un 10%.bCristián Ayala, director del Desuc, señala que una de las necesidades de establecer este índice facilitar  buena «información pública, lo que incentiva a que las empresas publiquen y mantengan actualizada su información respecto de planta y género».

En ese contexto, Catalina Maluk, precisamente, es uno de los casos que escapan a la norma. La decana de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Central, al comparar los cuatro puntos porcentuales de aumento de este año (13% de participación en 2017), señala que, si bien todo aumento es positivo, «estas cifras no entregan nada que celebrar».

Ante eso, dice, el aumento de la participación muchas veces sólo se explica por el mayor esfuerzo de la mujer, y no precisamente por un cambio en las empresas. «Esperar un cambio por inercia puede tomar mucho más que 20 años, las mujeres han avanzado en cargos medios administrativos, pero en los puestos altos sigue habiendo una barrera cultural importante», señala la economista.

«Es increíble que en términos generales la participación de la mujer en el mercado laboral se parezca más a los países islámicos que a los de la OCDE. Por eso, necesitamos medidas normativas concretas: reemplazar el artículo 203 del código del trabajo, para que la sala cuna sea para todas las empresas y, lo otro, que el post natal se reparta por partes iguales entre el hombre y la mujer. Sólo así las empresas no sacarán cuentas para decantar por un género y que se asuma un costo compartido», cierra.

 

 

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