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Geco Mediterráneo: la lagartija europea que llegó a Chile por error y encontró su hogar en Santiago

Cuenta la leyenda que el reptil llegó en 2005 con un cargamento de materiales desde Francia para Metro de Santiago. Esa tesis, la avala el primer avistamiento que quedó registrado en el Museo Nacional de Historia Natural.

Se calcula que en Chile hay unas 1119 especies exóticas invasoras. La mayoría de ellas, inofensivas, aunque un grupo selecto de siete -incluido el castor, el jabalí y la avispa chaqueta amarilla- se estima que causan pérdidas por 59 millones de dólares anuales al país. Eso, sin contar la influencia en los ecosistemas y la vulneración a otras especies endémicas.

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Eso, precisamente, es lo que quiere evitar un grupo de ambientalistas con el Geco Mediterráneo, un reptil pequeño que es originario de Portugal, España y Francia, y que hace 13 años llegó a Chile.

Lo más curioso de la lagartija color marrón, con lunares y unos 10 centímetros de largo, es cómo hizo su invasión. Tradicionalmente, las especies exóticas entran al país por contrabando y sin un culpable claro, pero, en este caso, su visita a Chile habría surgido producto de un error y que estuvo en manos de una institución conocida por todos: Metro de Santiago.

«Cuidado con el cierre de puertas…»

Según constata el Boletín Nº 63 del Museo Nacional de Historia Natural, a sus puertas llegó en 2005 un trabajador de la empresa Metro para consultar sobre una pequeña lagartija que habían encontrado en la Estación Lo Ovalle, y resultó ser el primer avistamiento del Geco. Quien atendió a su llamado fue Herman Núñez, jefe de Zoología del Museo, y lo recuerda bien.

«Efectivamente llegó un obrero de Metro que trabajaba en la Estación Lo Ovalle. Lo vimos con un colega e identificamos que era el Geco Mediterráneo -Tarentola Mauritanica-. Nos mencionó que estas lagartijas venían en los cajones con material que trajeron para los vagones de Metro», recuerda Núñez.

De allí que el origen de la invasión del Geco se identifica en los cargamentos que se trajeron desde Francia en ese año, hecho que también consta en el boletín del museo.

Al grupo Ecorestaura le preocupa la situación. María José Correa, bióloga y socia del equipo, explica a Publimetro que quieren conseguir apoyo logístico y económico de diversas instituciones para hacer un catastro base del Geco. «No se sabe cuántos hay, dónde están y cuáles son los principales focos donde se reproducen», explica. Una vez consigan esa data, agrega, la idea es implementar un plan de manejo.

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«Nos preocupa porque se inyectó en la zona central de Chile, que en términos de biodiversidad y especies, es el más valioso, porque muchas de ellas son endémicas», cuenta Correa.  Ecorestaura no quiere que el Geco salga de las zonas urbanas, y se sitúe en la cordillera y bosques. «Puede competir con los reptiles que hay acá, y la lagartija chilena también es endémica. Nos preocupa que la desplace o le traspase enfermedades, porque esa especie tiene al menos diez parásitos y enfermedades asociadas».

Fotografía del Geco Mediterráneo en Chile. Recogido cerca de Ciudad del Niño.

Según sostiene Correa, tocaron la puerta de Metro para conseguir ayuda, sobretodo para conseguir apoyo en la difusión de la problemática, pero no tuvieron respuesta. Eso sí, la empresa sí se comunicó con Publimetro, aunque prefirieron no referirse al tema porque, sostienen, no hay la suficiente información sobre los alcances de esa especie en Chile.

Quien sí lo hizo, fue el Ministerio del Medio Ambiente. Esto, porque ellos son los encargados del Plan de Acción para la Gestión de Especies Exóticas Invasoras. Charif Tala, jefe del Departamento de Conservación de Especies del ministerio, señaló que, pese a siempre estar atentos a las especies introducidas y su posible impacto,  la presencia del Geco Mediterráneo «está limitada a zonas urbanas, pero analizaremos la necesidad de realizar estudios de distribución y estimación del riesgo que se expanda”.

«Una especie no se vuelve invasora sólo porque llegó, depende de procesos. El tema es que ya se instaló, desde su llegada tuvo 13 años para reproducirse, el problema es que pase a los sistemas naturales,  los bosques. Lo malo es que se ha visto a gente vendiendo al geco en ferias libres como mascotas y, por ignorancia, están contribuyendo a su expansión», cierra la bióloga.

La casa de la lagartija

Herman Núñez, jefe de Zoología del Museo Nacional de Historia Natural, dice que en 2014 «casi quedó pegado al techo». Esto, porque un conocido suyo le llevó el ejemplar de una lagartija, que de hecho terminó siendo el famoso Geco Mediterráneo que ya había visto en 2005.

«Nos pusimos de acuerdo a la semana siguiente y fuimos al lugar. Pillamos 13 de esos gecos y los usamos para estudio. Se lo mostré a un colega europeo y efectivamente me dijo que sí, que era de la subespecie europea», rememora Núñez. La guarida en ese entonces eran las ruinas del antiguo orfanato en Ciudad del Niño, en San Miguel.

El primer foco conocido es la Línea 2, con varios avistamientos entre la Estación Lo Ovalle y Ciudad del Niño. Esa zona sería el hogar del Geco en Chile, pero no su único hábitat.

La bióloga María José Correa cuenta que también se avista en Peñalolén, por lo que eso implica que ya pasó por Macul. Además, dice, ya se sabe de reportes de la lagartija haciendo de las suyas en Limache, comuna a la que habría llegado como mascota, tras haber sido comprado en alguna feria libre de la capital.

«Estos reptiles probablemente se metieron en las cajas que viajaron desde Francia y se vinieron de pavos. En mi experiencia, por primera vez veo que pasa algo así: que un avistamiento anecdótico termina, tiempo después, siendo una especie que prosperó y que podría ser una plaga. Hay que hacer más estudios», cierra Núñez.

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