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Brecha en el uso de internet: Radiografía al Chile más y menos conectado

Mientras los niños de entre 5 y 9 años están más conectados que el promedio nacional, comunas como Porvenir tienen más acceso al ciberespacio que varias otras de Santiago.

(SERGIO PIÑA/ATONCHILE/SERGIO PIÑA/ATONCHILE)

Chile y el internet tienen un vínculo íntimo. Tanto así, que el país está entre el top ten mundial de penetración, y luce el primer lugar en Latinoamérica. Sin embargo, un estudio de País Digital revelado ayer da cuenta de que esa panacea de la conectividad está lejos de ser homogénea, y las brechas son tales que se sufren incluso dentro de Santiago.

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«Brecha en el uso de internet», es una investigación que usó los datos de la Casen 2017. Allí, se vieron diferencias notables, como por ejemplo que dentro de la capital hay comunas con diferencia de hasta un 30% de conexión en la población, y que, si bien se podría pensar que las zonas extremas de Chile son las más afectadas, es la población rural, los sectores de bajos ingresos y zonas puntuales como Ñuble, las que son más castigadas.

El estudio da cuenta de que en Chile un 72,7% de la población declara conectarse a internet, sin embargo, esa realidad favorece mucho más a las zonas urbanas (76,1%) que a las rurales (49,6%). Y a eso se suma que el decil de ingresos más alto (94,9%), tiene una ventaja comparativa abismal con el primer decil, donde ni siquiera la mitad de sus integrantes se conecta a internet (49,6%).

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“La brecha digital es un fenómeno social complejo que refleja desigualdades sociales, económicas y culturales más amplias y muestra la separación que existe entre personas que utilizan las tecnologías de la información y comunicación como parte de la rutina de su vida diaria y aquellos que no tienen acceso», dice Juan Luis Núñez, gerente general de Fundación País Digital.

Otro dato no menor, es que los niños entre 5 y 9 años usan más internet que el promedio nacional, siendo el 73,4% que tiene acceso a internet. Por contraparte, mientras entre los 15 y 34 años la penetración supera el 90%, desde los 60 años en adelante su uso cae bajo el 50%.

«Me llama poderosamente la atención de la conectividad de los niños», dice Nicole Forttes, investigadora del Centro de Políticas Públicas de la Facultad de Gobierno de la UDD, agregando que «ahí se plantea la interrogante del uso que se le está dando en los distintos rangos etarios, y aquí uno infiere que el internet está siendo parte fundamental de la entretención de los niños». Es más: las cifras demuestran que un niño de 5 años estaría más conectado que una persona de 50 (67,7%), que en teoría aún está en edad productiva.

Un abismo en la propia ciudad

Resulta que en Porvenir, una de las comunas más australes de Chile, el 75,1% de sus habitantes se conecta a internet, lo que implica que una persona en Bahía Inútil está más conectada al ciberespacio que alguien de Cerrillos, Cerro Navia, y San Ramón, donde la conectividad es del 68,5%, 66,8% y 65,8% respectivamente.

El dato no es de extrañar, si se considera que la región más volcada al internet es Magallanes (80,2%), seguido de Antofagasta (79,9%) y la Región Metropolitana (79,4%). «En las zonas más aisladas pasa que las personas se concentran en lugares más reducidos, por lo que es fácil abarcar mejor», dice Pedro Huichalaf, académico de la U. Mayor y ex subsecretario de Telecomunicaciones en el gobierno pasado.

Sobre eso, el experto dice que el gran desafío es trabajar en «un plan nacional de infraestructura». «La brecha etárea y económica también depende de la calidad del acceso. En zonas con mayor poder adquisitivo llegan múltiples tipos de servicios, mientras que en otras comunas periféricas las condiciones son limitadas».

Huichalaf dice que muy probablemente en comunas como Vitacura, donde el 95,3% se conecta, lo hace de forma continua y para labores productivas, mientras que en comunas con menos acceso, una parte importante de la población usa internet desde el trabajo y en puntos wifi gratuitos, lo que reduce las conexiones al entretenimiento.

«Otro desafío de la brecha será dilucidar cómo pagan las personas por el servicio, y así tener una noción más concreta del uso que le dan a la herramienta, además de mostrar dónde se conecta el usuario. En una sociedad como ésta, no solo basta con conectarse, sino que también el provecho que se le saca a esta herramienta», sostiene Forttes.

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