El secretario de Defensa, James Mattis, renunció ayer tras un desacuerdo con el presidente Donald Trump sobre el abrupto retiro de las tropas estadounidenses de Siria y tras casi dos años de discordias sobre el papel de Estados Unidos en el mundo.
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La salida de Mattis, general retirado de la Infantería de Marina, golpea fuerte al gobierno de Trump ya que se posicionaba como una opinión sobria, experimentada y moderadora, lo consideraban un «adulto en la sala» y quizá el funcionario de política exterior más respetado.
El secretario de Defensa dejará su cargo a finales de febrero después de dos tumultuosos años en los que se empeñó en suavizar y moderar la intransigencia del presidente, y sus cambiantes políticas. Dijo a Trump en una carta que renunciaba porque “tiene derecho a contar con un secretario de Defensa cuyos puntos de vista estén más alineados con los suyos”.
La partida de Mattis fue lamentada de inmediato por sectores relacionados con política exterior y por legisladores de ambos partidos, que miran con preocupación que pasará con uno de los puestos más importantes de Estados Unidos.
La renuncia del general retirado se suma a una larga lista de renuncias y dimisiones, las que llegan en conjunto a al menos 30 en tan sólo la mitad de su mandato. Entre las renuncias destacan las de Michael Flynn, ex asesor en Seguridad Nacional; los ex directores de Comunicaciones de la Casa Blanca Anthony Scaramucci y Hope Hicks; y Nikki Haley del cargo de embajadora de EEUU en la ONU.
Por otro lado, en los despidos destacan James Comey, ex director del FBI; Steve Bannon, ex jefe de estrategia de la Casa Blanca; Rex Tillerson, ex secretario de Estado; y Jeff Sessions, ex fiscal general (ministro de Justicia)