El país nipón y demás naciones balleneras, como Noruega e Islandia, esperaban que fuera temporal hasta que se pudiera llegarse a un consenso sobre cuotas de captura sostenibles.
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Sin embargo, con el paso de los años, se convirtió en una prohibición casi permanente. Y a pesar que la moratoria estaba vigente algunas comunidades costeras en Japón han cazado ballenas durante siglos y continúan haciéndolo.
En una oportunidad Tokio intentó disuadir a la CBI para que le permitiera cuotas de captura comercial, pero la petición fue rechazada. Por lo que Japón ha emitido argumentos basados la tradición y la soberanía.
En su declaración de este miércoles, el gobierno de Japón dijo que la CBI no estaba lo suficientemente comprometida con uno de sus objetivos, la caza comercial sostenible, y acusó al organismo de centrarse solo en la conservación de los números.
¿La carne de ballenas forma parte de su cultura?
Japón, al igual que otras naciones balleneras de Islandia y Noruega, justifican que la caza de ballenas es parte de sus tradiciones y resaltan que debe continuar de una manera sostenible.
Según el periódico japonés Asahi la carne de ballena representa solo un 0.1% de toda la carne vendida en Japón, por lo que cazar ballenas resulta irrelevante para la alimentación de la nación asiática.
Las cacerías realmente grandes no comenzaron hasta después de la Según Guerra Mundial, momento en el que Japón estaba en ruinas y su población moría de hambre. Desde fines de los años 40 hasta mediados de los 60 la carne de ballena fue la principal fuente de carne en Japón.
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Hoy día la nación asiática puede permitirse importar carne de otros países como Estados Unidos y Australia, por lo que el consumo de carne de ballena se ha desplomado en las últimas décadas. De esta manera, para revertir estas cifras, las industrias balleneras han organizado festivales de comida e incluso visitando escuelas, pero sobrevive fundamentalmente gracias a subvenciones estatales.
¿Investigación científica?
Otra justificación de Japón es que necesita matar a cientos de ballenas cada año para estudiarlas.
Pero la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sistemáticamente ha desmantelado este argumento.
A pesar de la prohibición Japón lleva años cazando ballenas, sirviéndose de una excepción a la prohibición que permite la caza de ballenas con fines científicos. Esto significa que las ballenas pueden ser capturadas para estudios científicos y luego la carne puede ser vendida para el consumo.
Japón ha capturado entre 200 y 1.200 ballenas cada año, argumentando que está investigando los niveles de poblaciones para ver si las ballenas están en peligro o no, y, por tanto, si la prohibición a la caza comercial puede ser levantada.
Los críticos dicen que esto es solo una justificación para matar ballenas por su carne. Y, de hecho, la carne de las ballenas sacrificadas para investigación generalmente termina vendiéndose.
Pero el argumento de la investigación casi nunca es mencionado por los partidarios de la caza de ballenas, que son más propensos a citar la tradición, la soberanía y la hipocresía percibida de las naciones contra la caza de ballenas.
El profesor Atsushi Ishii, de la Universidad de Tohoku, experto en política ambiental, sostiene que es una excusa para subsidiar una industria no rentable, pero políticamente sensible.