Más de 380 hectáreas quemadas en la comuna de Navidad, otras 70 en Puchuncaví, 50 casas quemadas en Limache y cuarto día seguido en que se quema el Cerro Manquehue, por decir algunos. La jornada de este jueves estuvo marcada por la ola de incendios que azotó al país, y en que la Conaf dio cuenta hasta la tarde de 41 focos activos a lo largo de Chile.
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El escenario, que avivó el recuerdo de la catástrofe del año 2017, donde se quemaron más de medio millón de hectáreas, preocupó a las autoridades. Mauricio Bustos, director regional de Onemi, relató los condimentos que alimentaron el fuego en las distintas comunas. «Tenemos altas temperaturas tanto en los valles como en precordillera, además en el borde costero tenemos vientos moderados a intensos, esperamos ráfagas de al menos 60 km/h y temperaturas en torno a los 34 grados, entonces tenemos condiciones propicias para la propagación de incendios», detalló.
Según cifras oficiales de la propia Conaf, lo de ayer está lejos de ser un fenómeno aislado, y responde más bien a una tendencia que se agrava desde hace 40 años. Es más, desde la década de los 80 a la fecha, la cantidad de incendios aumentó en casi un 20% (19,4%). Algo parecido ocurre con la cantidad de hectáreas quemadas, que se duplicaron en esa misma cantidad de tiempo.
Nestor Morales, asesor en prevención de riesgos y académico de la Universidad Central, dice que las mayores temperaturas en verano, sumado a la mayor incidencia de olas de calor, «son un factor primordial, y segundo está el elemento de los desplazamientos. Hay más población y aparte hay más personas con acceso al transporte. Ahora los incendios se producen en muchos más lugares», dice el experto.
Según se muestra en la Estadística Nacional de Incendios de la Conaf, en los años 80′ hubo un promedio de 5.109 incendios por año. En la década actual -2010 a 2018-, en cambio, esa cifra aumentó a 6.074 incendios anuales. Y ni hablar de las hectáreas quemadas: cuatro décadas atrás se calcinaban 63.315 hectáreas por año, número que aumentó a 130.114 en el actual período.
El experto señala que las condiciones actuales de calor y sequía en la zona central de Chile son el escenario propicio para la propagación de los incendios, no así su surgimiento, ya que ahí siempre depende del factor humano. Eso sí, descarta que se repita el desastre del 2017. «En este momento, actuar preventivamente es crucial. Lo bueno que nos trajo esa catástrofe fue entender la necesidad de los cortafuegos, los protocolos de acción y las medidas para contener el fuego. Este año ya se evidenció un cambio», sostiene.