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Plan de inversión Antártica: cómo es para los investigadores chilenos hacer ciencia en el fin del mundo

Soportar las inclemencias del frío es sólo una parte. Vientos por sobre los 200 km/h, tapaduras dentales que se caen luego de largas caminatas y elefantes marinos que amenazan con aplastar las carpas, son sólo algunos de los contratiempos en el continente de hielo.

(Cristobal Escobar/AgenciaUno/Cristobal Escobar/AgenciaUno)

Se podría pensar que el frío es el peor flagelo en la Antártica, pero quienes han ido al último confín del mundo saben que el principal miedo es el viento. De eso sabe Marcelo Leppe, doctor en ciencias biológicas y director del Instituto Antártico Chileno (Inach), quien ha hecho expediciones al continente blanco desde 2002.

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Este sábado, el Presidente Sebastián Piñera anunció el plan de inversión en la Antártica, con el fin de modernizar la presencia chilena en el continente de hielo. El proyecto contempla dos fases: la primera ya en ejecución y con fecha de término a 2022, y una segunda que iniciará inmediatamente después.

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Antártica (Cristobal Escobar/AgenciaUno/Cristobal Escobar/AgenciaUno)

Se tratará de dos edificios -uno administrativo y otro logístico-, mejoras en la pista de aterrizaje, la construcción de un muelle y dos módulos de habitabilidad nuevos para la Base Frei, que está próxima a cumplir los 50 años. Todo un nuevo panorama para los científicos chilenos, y que «podrían asegurar la presencia chilena por los siguientes 30 años», según dice Leppe.

Nada al azar

Pero, ¿por qué se hizo necesario renovar la infraestructura? El director del Inach recuerda que su primera expedición fue a la Isla Livingston, hace 17 años junto al científico Fernando Fernandoy. «Tenía fama paleontológica. Fuimos en un buque de la armada y posteriormente desembarcamos en la isla. Estuvimos durante ese tiempo en un refugio muy pequeño, había 4 chilenos estudiando. Ahora es mucho más grande», recuerda.

En la Isla Rey Jorge, a no más de 20 metros de la Base Frei, está la Base Escudero. Por allí pasan unos 250 científicos al año, y siempre en verano, aprovechando que las condiciones «son mejores».

Marcelo Leppe, científico y director del Inach.

Leppe dice que en sus expediciones veraniegas el termómetro rara vez bajó de los -10º. Pero ese no es el problema: los vientos por sobre los 200 km/h hacen que la sensación térmica se derrumbe. El biólogo dice que el frío incluso hace que las tapaduras en los dientes se caigan, propiciado por la diferencia de temperatura del agua en las cantimploras y la boca.

En la Antártica nada puede quedar al azar. «La expedición comienza la noche anterior. Uno planifica lo que va a hacer con el último reporte meteorológico, los chequeamos 4 veces al día», relata el científico. Una de las lecciones de habitar en el hielo, dice, «es olvidarse del complejo de que el hombre es el ser supremo de la evolución. Allá las inclemencias del tiempo te reducen a algo insignificante».

Leppe ha visto cosas de todo tipo. Incluso elefantes marinos buscando calor en las carpas de los investigadores, o esas mismas carpas volando por los aires arrastradas por el viento. «Una vez, junto a Fernandoy nos pilló una tormenta a kilómetro y medio de la base. No nos quedó otra que escondernos en un arroyo. Pasó mucho tiempo e incluso estuvimos a punto de quedarnos dormidos en la grieta. Otra vez, bajando una ladera nos resbalamos por una pared de hielo. Me lesioné una pierna», confiesa.

Nuevo estándar

El nuevo plan de inversión tiene buena cabida en la comunidad científica. «La ciencia que Chile hace depende en un porcentaje elevado de los operadores de defensa. La modernización implica ser respetuosos con el clima y va a permitir por lo menos 30 años de desarrollo futuro», dice Leppe.

La medida más urgente era el muelle. «Siempre ha sido muy riesgosa la faena de carga y descarga de personal y de cabotaje para las bases. Tener un muelle era indispensable», opina el director de la Inach. Junto con eso, cree que las mejoras en la habitabilidad de la Base Frei formarán un nuevo estándar en las demás bases.

Base Frei (Cristobal Escobar/AgenciaUno/Cristobal Escobar/AgenciaUno)

El próximo 1 de enero la Base Escudero cumplirá 24 años. Está hecha con los mismos materiales que las demás y demostró no ser la mejor combinación cuando la base de la gobernación marítima ardió en llamas hace unos meses atrás, a pocos metros de la mayor base científica chilena.

«Hoy necesitamos una plataforma logística y científica acorde a lo que Chile ha trazado: un país reclamante, respetuoso del tratado Antártico, que ve una alternativa de desarrollo en Antártica para el futuro y que quiere demostrar que puede hacer la investigación científica de más alta calidad del mundo, y así seguir dentro del sitial que hoy día tiene», sostiene el doctor en ciencias biológicas.

 

 

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