Tras la aplastante derrota del acuerdo para el Brexit logrado por la primera ministra Theresa May _rechazado por el Parlamento por 432 votos contra 202_ el gobierno superó el voto de confianza con 325 votos a su favor y 306 en contra.
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Faltando apenas diez semanas para el 29 de marzo Gran Bretaña determine su salida del bloque, se esperaba que May superará el desafío, ya que contaba con el apoyo de su formación, el Partido Conservador, y del Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte, que respalda al ejecutivo.
¿Qué pasa con el Brexit?
May invitó a los líderes de grupos parlamentarios a conversar inmediatamente sobre el Brexit, pero de todas formas tiene ante sí una dura elección que deberá dar a conocer el próximo lunes: decantarse por una ruptura drástica sin un acuerdo sobre la relación futura con Bruselas o intentar una salida más suave.
Mientras, legisladores tanto del gobierno como de la oposición están intentando arrebatar el control del Brexit a un ejecutivo paralizado para que los diputados puedan dirigir directamente la planificación del proceso.
Volver a intentar
Tras la derrota el martes, May dijo que “la Cámara (de los Comunes) se ha pronunciado y el gobierno escuchará”. Planea reunirse con legisladores de todos los partidos antes de anunciar un nuevo plan.
Pero la oficina de May ha dicho que no habrá grandes cambios al acuerdo negociado. O sea que May podría regresar al Parlamento con una versión levemente modificada del plan anterior que difícilmente convencerá a los oponentes.
Un nuevo acuerdo
Solo una propuesta fundamentalmente distinta de Gran Bretaña tiene probabilidades de ser considerada por la UE. Los dirigentes del bloque han indicado su disposición a aprobar un acuerdo más blando bajo el cual Gran Bretaña seguiría formando parte de la unión aduanera o el mercado único de bienes y servicios.
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May siempre lo ha descartado por considerarlo contrario a lo que aprobaron los británicos en el referendo de 2016. Pero algunos legisladores creen que pueden ganar apoyo en el Parlamento, y el “Brexit blando” está ganando fuerza.
Demorar la salida
Ante la división del Parlamento, crecen las probabilidades de que Londres pida una postergación del plazo de salida que vence el 29 de marzo.
Algunos ministros exhortan a demorar el Brexit y consultar al legislativo en una serie de “votos indicativos” para ver si un nuevo plan puede ganar la mayoría. Y varios bloques están estudiando cómo utilizar las normas parlamentarias para arrebatarle el control del Brexit al gobierno.
Otras dos posibilidades también requerirían un aplazamiento: una elección general o un segundo referendo. Cualquiera de las dos necesitaría la aprobación unánime de los 27 estados miembros.
Segundo referendo
La campaña por un nuevo referendo sobre el Brexit, impulsada por los perdedores de la consulta de 2016, ha ganado fuerza a medida que han salido a la luz los peligros y la complejidad del proceso de divorcio.
May se opone enérgicamente, pero muchos legisladores consideran que es la única salida del impasse.
Pero no está claro cuál sería la consulta. Muchos políticos proeuropeos quieren que la opción sea entre salir bajo las condiciones propuestas y seguir en la UE, pero otros dicen que se debería incluir la opción de la salida sin acuerdo.
Es probable que un nuevo referendo provoque divisiones tan profundas como el primero.
Sin acuerdo
Esto es lo que pocos quieren, pero es la opción por defecto. Si no se aprueba el acuerdo o se aplaza el divorcio, Gran Bretaña dejará de ser miembro de la UE el 29 de marzo a las 2300 GMT.
Los líderes europeos se están preparando para lo peor. La Unión Europea intensificó los preparativos para un Brexit sin acuerdo tras la votación de Londres, dijo antes el miércoles el negociador comunitario, Michel Barnier. Bruselas “teme más que nunca que exista un riesgo” de salida caótica.
El Banco de Inglaterra advierte que salir del bloque a los tumbos, sin acuerdo, hundiría al país en una recesión profunda. Según el sector empresario, el fin brusco de acuerdos comerciales de larga data provocará caos en los puertos junto con escasez de alimentos y medicamentos.
La piedra en el zapato del Brexit
Gran parte del rechazo al acuerdo que la primera ministra Theresa May propuso para el divorcio entre Gran Bretaña y la Unión Europea derivó de la llamada “salvaguarda”.
La disposición fue diseñada para impedir la restitución de los controles fronterizos entre Irlanda del Norte, que es parte de Gran Bretaña, y la República de Irlanda, miembro de la UE. Después del Brexit, esa demarcación será la única frontera terrestre de Gran Bretaña con la UE.
Entre 1968 y 1998, Reino Unido y la República de Irlanda se mantuvieron en un conflicto bélico que cobró 3.700 vidas, hasta que se pactó el acuerdo del Viernes Santo para compartir el poder que redujo el derramamiento de sangre y prácticamente borró la frontera.
Como Gran Bretaña e Irlanda son parte de la Unión Europea y el mercado único del bloque, hay un libre tránsito de personas y mercancías entre Irlanda e Irlanda del Norte, sin necesidad de revisiones aduaneras. El Brexit podría poner fin a ese libre tránsito y alterar vidas y negocios, a la vez de socavar el frágil proceso de paz.
Los detractores arguyeron que este escenario sentenciaría a Gran Bretaña al fracaso en sus intentos para concertar otros acuerdos comerciales internacionales.
También los legisladores que desean que Gran Bretaña mantenga la cercanía con la UE se pronunciaron en contra porque el país quedaría sujeto a normas aduaneras y comerciales en las que no tendría voz ni voto.
Los aliados políticos de May de Irlanda del Norte, el Partido Unionista Democrático, también plantearon objeciones contra la salvaguarda porque concedería a Irlanda del Norte un trato distinto a otras partes de Gran Bretaña.