Presbicia, dificultad para ponerse de pie, poca flexibilidad en la espalda, interferencia en las articulaciones, cansancio y un pitido en los oídos. Todos ellos, síntomas de la vejez, pero que, salvo contadas excepciones, las personas no sentirán hasta que el reloj fisiológico lleve varias décadas corriendo.
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Eso es un problema para experimentar empatía, pensó la sicóloga clínica de la Universidad de Santiago, Valeria Jeldres, que por lo mismo creó un traje que va en contra de lo tradicional: en vez de dar súper fuerza o funciones mejoradas, entrega la experiencia y dificultades de ser una persona mayor de 70 años.
Se trata de un equipo de dos piezas de 8 kilos de peso en total -un chaleco y dos prendas que se adosan a las rodillas-, junto a unos lentes que simulan el deterioro de la vista y audífonos que emiten sonidos similares a lo que sería sufrir de tinnitus, o esos molestos pitidos en el oído producto de los años.
«Fui viendo la necesidad de visibilizar la realidad de las personas mayores desde mis papás, cuando comenzaron a envejecer», cuenta Jeldres. De hecho, su primer idea no fue el traje, sino que montó la ecommerce tatitaschile.com, donde ofrece accesorios «que no rondan en torno a la enfermedad. Tenemos cortaúñas con lupa, sillas para ducha, mazos de cartas con números grandes, entre otras cosas», cuenta.
Pero el traje es lo que hoy más la mueve. Lo presentó en la Universidad de Talva, una actividad del Parque Bicentenario y luego en el Festival Cambalache de la Usach. ¿Su idea? perfeccionarlo y que lo usen en las facultades de medicina del país.
La finalidad es que los alumnos trabajen la empatía e interioricen el trato a las personas mayores. «Es una invitación concreta para que la persona joven se ponga en el lugar del adulto mayor. Si haces una charla, todos te encontrarán la razón, pero si intentan subir una escalera con el traje, ahí si comprenderán el problema. Notarán la dificultad para mover las articulaciones», afirma la psicóloga.
Su cruzada, además, busca ayudar a los ancianos que sufren de fragilidad. «Es una condición médica. Sufren de sarcopenia -pérdida degenerativa de masa muscular-, pierden peso rápidamente, cansancio crónico. Ese agotamiento fisiológico los hace vulnerables a las caídas, cosa fatal que es reversible», explica.
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«Estoy armando una ONG. Me interesa que los ancianos se reúnan en parques por iniciativa propia, no que esperen el taller de la municipalidad», dice Jeldres. Según la especialista, un trabajo con kinesiólogo, sumado a estimulación cognitiva y practicar una disciplina como el Tai chi, podría mejorar enormemente la calidad de vida. «Mejoraría las energías y el balance, con eso evitamos el riesgo de la clásica caída que termina en fractura de cadera», añade.