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“El Gobierno nunca va a dar su brazo a torcer”: presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela indica que el diálogo “aquí es imposible”

Monseñor José Luis Azuaje relata la insostenible situación en el país caribeño y no descarta la mediación del Papa Francisco.

(Fernando Llano/AP)

Haciendo un dramático llamado, monseñor José Luis Azuaje, presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela, relata la insostenible situación político social venezolana, sugiriendo la intervención internacional de la delegada de la ONU Michelle Bachelet. La posible mediación del Papa Francisco, la detención y expulsión de los periodistas chilenos de TVN y la violencia armada que ha llegado hasta las iglesias, en entrevista exclusiva de wwww.iglesiadesantiago.cl.

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-¿Cuál es la situación de hoy en Venezuela? El Sr. Juan Guaidó llama a protestar pacíficamente…
-En Venezuela desde hace ya tiempo que estamos viviendo situaciones lamentables que han desencadenado una crisis generalizada, sobre todo en el ámbito económico, político e, incluso, en el ámbito ético-moral. Se vive el hambre del pueblo venezolano como también la inseguridad, no sólo jurídica sino también personal. Ahora se viene todo un panorama de represión, que la estamos viendo a través de órganos de seguridad del Estado, y con algo que es lamentable, la violación de los derechos de nuestros jóvenes y nuestros niños. Esto genera el sufrimiento de nuestro pueblo, de tantas familias que no no tienen en sus hogares lo necesario para una vida digna y ven la zozobra de sus jóvenes y niños en el país.

-El pasado 24 de enero, en la Catedral de Maturín, unas 700 personas quedaron encerradas tras el asedio de grupos armados. Estas acciones de amedrentamiento se repitieron en Colón, diócesis de San Cristóbal, y en la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en Maracaibo. ¿Qué medidas están tomando como Iglesia frente a la violencia en los mismos templos ?
-Son personas violentas pero que han sido también violentadas. En su mayoría son personas muy humildes, que son llevadas a través de vehículos oficiales para que cometan estas fechorías. Robaron, maltrataron a la gente, estuvieron media hora amedrentando con pistola en mano hasta al mismo párroco. Estamos ahora en un nivel de concientización, de cuidado de los unos a los otros, de organización de la misma comunidad y de preservar también la paz. Estos grupos violentos han sido también violentados por focos políticos que no dan la cara y que mandan a la gente en contra de sus hermanos. En este momento hay una situación de mucho miedo. El pueblo está dispuesto a lo que sea por lograr su libertad. Algunos líderes comunitarios son apresados, llevados a sitios de reclusión, con juicios violentos y muchas veces inconstitucionales. Amedrentan a tantos que levantan su voz reclamando los derechos que tiene el pueblo venezolano de tener alimentos, medicamentos y seguridad, todas las cosas que faltan en el país.

-¿Cuál es el llamado de los obispos para enfrentar esta crisis?
-El llamado es, primero, a reconocer que tenemos a un pueblo que se ha hecho sujeto. El pueblo es sujeto de todos estos cambios y transformaciones que han de venir. Entonces, nos toca a nosotros concientizar con la Doctrina Social de la Iglesia, teniendo un pensamiento humanista, donde el pueblo venezolano tiene un rol protagónico que, como lo dijimos en el último comunicado nuestro, no hay que dejar a un liderazgo solitario en las decisiones. El pueblo ha estado por encima de los liderazgos políticos. Nuestro pueblo venezolano que ha sufrido, sigue sufriendo y, lamentablemente, va a seguir sufriendo. Llamamos a no perder la esperanza. El pueblo seguirá en esta marcha de la búsqueda de su dignidad y la búsqueda de la concordia entre los mismos venezolanos. Hay una gran mayoría que desea un cambio y yo creo que esa es la presión más grande que tiene el gobierno, no tanto de instancias internacionales -que les agradecemos toda la ayuda que están haciendo a nivel de diplomacia, a nivel político, como también las ayudas que se reciben para estos problemas de hambre en Venezuela- sino que, sobre todo, en el ámbito de la fuerza de un pueblo que se ha manifestado, pero con un sentido de paz, de tranquilidad, un sentido de no generar violencia. Desgraciadamente la violencia viene de los cuadros militares. Creo que tenemos un elemento muy valioso que es la fuerza que tiene nuestro pueblo venezolano.

-¿Ha podido hablar con el Papa Francisco?
-Hay un contacto permanente con el Vaticano y sabemos la preocupación que tiene la Santa Sede, encabezada por el Papa Francisco, por el pueblo venezolano. En nuestra visita Ad Limina, que realizamos en septiembre del año pasado, él personalmente nos dijo que está enterado a diario de la situación del pueblo venezolano. Siempre estamos en comunicación. Lo mantenemos informado sobre la realidad. Para nosotros como obispos, incluso para gran parte de pueblo, su palabra siempre alienta a seguir trabajando por la libertad y por la paz.

-El Papa ha manifestado la posibilidad de actuar como mediador si se lo piden ¿Qué opina?
-La Santa Sede tiene una gran experiencia de mediación y nunca se descarta la posibilidad de que vayan en la búsqueda de la paz, solamente que hemos aprendido aquí, en Venezuela, que todo encuentro que tenga que ver con el diálogo ha sido fallido, porque sencillamente el Gobierno nunca va a dar su brazo a torcer. Acá se da el diálogo para que se hagan las cosas que el gobierno quiere, y resulta que el diálogo es para interactuar cada uno, poniendo lo suyo, valorando lo común y seguir caminando, pero aquí es imposible. La Santa Sede ha estado acá, pero no resultó bien, no por la Santa Sede, sino por lo que digo, porque el Gobierno lo que expresa es: Este es el proyecto que queremos, por ahí vamos a caminar, no cedemos en nada. No se quiere dejar en perspectiva al que a lo mejor piensa distinto o tiene otras propuestas. Yo diría que en este momento la situación que tenemos es que no es una situación de diálogo.

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-Monseñor, en la prensa se ha hablado de que la Iglesia en Venezuela ha participado en distintas marchas de la oposición. ¿Usted cree que esa acción que ha sido criticada por muchos, es legítima? ¿Es legítimo que la Iglesia se abandere?
-Nosotros no marchamos por un gobierno, nosotros marchamos para acompañar al pueblo venezolano. Aquí es el pueblo venezolano el que decide, y cuando en nuestros presbiterios se tomó la decisión, porque aquí en cada pueblo los sacerdotes son pastores de comunidades locales muy concretas y ellos mismos nos decían: “Queremos acompañar a nuestro pueblo”, sin contenidos políticos, sino en la búsqueda de los valores que aquí no hay, que son el valor de la libertad, el valor de la reconciliación, de caminar todos juntos, sin pleitos; también el valor de la paz, porque fueron marchas pacíficas que, lamentablemente, al caer la tarde los organismos de seguridad las transformaron en represión a grupos que ya habían dejado de marchar y que iban tranquilamente a sus casas. Nosotros vamos a seguir acompañándoles, porque son personas que quieren la paz, quieren la concordia, pero también luchan por la liberación para un desarrollo humano integral y para que la dignidad humana vuelva nuevamente a nuestro país. Hubo voces que criticaron eso, pero la mayoría del pueblo venezolano, gracias a Dios, avaló y estimó positivo que acompañaran al pueblo, porque los sacerdotes no están para acompañar consignas políticas, sino que estamos para buscar que los valores de la democracia que están en nuestra Constitución, realmente sean los que estén presentes cada día en todas las comunidades.

-Algunas voces internacionales señalan que Michelle Bachelet, Alta Comisionada de la ONU para los DDHH, debería intervenir ¿Qué les parece?
-Todo aquel que puede intervenir para buscar la concordia y buscar realmente que se liberen aquí todos estos entramados que tenemos y que están generando violencia, se puedan resolver, bienvenidos. Para eso también están los organismos internacionales. Pero siempre con la anuencia del pueblo venezolano. No queremos que se resquebraje esa estabilidad que tiene el pueblo, ni tampoco que las presiones vayan a generar una mayor violencia institucional.

-¿Hay dolor en el pueblo venezolano por todos los compatriotas que han tenido que salir del país?
-Más de 3 millones de venezolanos se han ido, no por gusto, sino por cuestiones humanitarias. Cuando predicamos en la Santa Misa y tocamos el tema, notamos lágrimas en muchos rostros. Madres de familia se me acercan a decirme: “Me he quedado sola en la casa. Mi hijo está en este país, este hijo en otro”. Fíjese usted el trauma y el sufrimiento que esto trae, no solamente en las personas que se quedan aquí, sino las personas que salen y también la problemática que se genera en los países de acogida. Sé que hay miles de venezolanos en Chile a los cuales les mando un saludo muy afectuoso y pedirles que confíen, que mantengan siempre esa esperanza bonita de retornar nuevamente a nuestro país. Tanto ellos como nosotros tenemos ese sentimiento y ese sufrimiento de saber que estamos lejos.

-Recientemente dos periodistas chilenos de TVN fueron deportados ¿Qué garantías tienen quienes están comunicado lo que está pasando allá?
-Bueno, eso depende del oficial del momento. Aquí desgraciadamente hay mucha arbitrariedad y ciertamente los periodistas corren riesgo en el país. Ayer, hablando con una periodista que hace trabajos internacionales, me contaba sobre el riesgo de informar, que es cada vez mayor. La libertad de expresión aquí está perdida. Muchas veces no tenemos cómo enterarnos de las noticias, si no es a través de las redes sociales. Es una calamidad y es lamentable que en un país tan hermoso como el nuestro, donde la población es hospitalaria, quiere trabajar con dignidad y tener un salario justo, tenga que informarse la triste realidad de nuestros barrios, donde la gente está sufriendo. Eso es considerado hoy casi como un delito en nuestro país, pero les animamos a que sigan haciendo ese trabajo, porque eso necesitamos que la comunidad internacional conozca la situación real de nuestra gente.

-¿Cómo ayuda la Iglesia en el tema del hambre?
-Tenemos que seguir ayudando en el ámbito humanitario a nuestro pueblo, a través de CARITAS y de organizaciones de ayuda. Aquí se gestó un proyecto desde hace casi tres años que se llama “Las Ollas Comunitarias”. Este proyecto fue pensado para el tiempo de Cuaresma de ese año y ya llevamos tres años. Tuvimos que mantenerlo y ya se hizo constitutivo del servicio parroquial, porque la gente tiene hambre y tratamos de ayudar en la nutrición. Con los niños igual, hay un proyecto muy hermoso que se llama Proyecto Chamán, que vela por la alimentación y salud de nuestros niños recién nacidos hasta los seis años. En fin, estamos tratando de dar cierta respuesta en la medida de lo posible en todas las comunidades. El otro aspecto es la formación, tenemos más de quinientos colegios católicos acá en Venezuela y hemos sentido que casi la mitad del profesorado se ha ido y, por ende, casi la mitad del alumnado ya no va a la escuela. Muchas veces los estudiantes no tienen qué desayunar, entonces estamos tratando de que nuestras escuelas les brinden aunque sea un desayuno, una arepa, que las comemos casi todas las mañanas.

¿Qué le piden a Dios?
-Mucha fortaleza para el pueblo venezolano, para lograr realmente lo que todos queremos, un país con mayor libertad y especialmente un país donde todos participemos en la búsqueda del desarrollo humano integral, pero siempre en paz y con mucha armonía, de encontrarnos el uno con el otro, con el que es diferente, para hacer un nosotros, una comunidad.

 

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