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Más de 15 mil hectáreas arrasadas por el fuego: qué vuelve imbatible a las llamas del megaincendio de Aysén

Las quebradas, los cordones montañosos y sus frondosos bosques, tienen a la región sumida en la segunda peor catástrofe forestal de su historia.

«El incendio en Aysén no lo vamos a apagar. Hay que ser realistas. Estamos atacando el perímetro para que no se extienda». Esas palabras, desalentadoras pero ciertas, son las que pronunció el ministro de Agricultura Antonio Walker, al referirse al megaincendio que azota a Cochrane, Región de Aysén.

Y claro, porque tras semanas de combatir las llamas y destinar recursos a una zona que no acostumbra tener grandes grandes paños forestales bajo fuego, las energías resultan estériles. Hasta la tarde de ayer, en Cochrane el fuego consumió 15.709 hectáreas de bosque nativo. La cifra es colosal, pensando en que la temporada estival anterior se registró un centenar de diminutos incendios que dañaron «apenas» 51 hectáreas.

Según los registros históricos, Aysén atraviesa su segunda peor tragedia forestal en toda su historia. El incendio de este año desbancó al gran incendio de 1984, que consumió 15,6 mil hectáreas y, de momento, solo se sitúa tras el desastre de 1998, que se llevó 30 mil hectáreas consigo.

Desde la Municipalidad de Cochrane estiman que el perímetro del megaincendio recorre la espectacular cifra de 90 kilómetros. Eso, porque el incendio nació al alero del Lago Colonia, y avanzó unos 17 kilómetros en dirección a Cochrane. En tanto, dos brazos recorrieron desde el este y oeste del Lago Baker durante 15 y 13 kilómetros más, respectivamente, llegando hasta el cordón de Ñadis, zona que hoy concentra los esfuerzos por evitar la propagación de las llamas.

¿Qué nos dice eso? Si se superpusiera el manchón del incendio en Aysén sobre Santiago, el resultado sería aterrador: apenas sobreviviría Quilicura, Maipú, Puente Alto, La Reina y parte de San Bernardo. La demás comunas, entre ellas Santiago Centro, Estación Central, Providencia y Recoleta, por decir algunas, estarían reducidas a cenizas.

La tormenta de fuego perfecta

Si bien es La Araucanía la región de Chile que concentra el mayor daño, con 19 mil hectáreas, allí se concentran más de 700 incendios en la época estival. En cambio, Aysén concentra todo su poder de fuego en un único foco. ¿Qué lo hace tan destructivo y todopoderoso? Su propia goegrafía, combinado a una serie de hechos desafortunados.

El alcalde de Cochrane, Patricio Ulloa, señaló que el domingo fue un día clave. «Resultó muy complejo, con mucho viento, con ráfagas de 120 kilómetros por hora en algunos momentos y eso ha dificultado tremendamente el control del fuego. Lo que vinimos diciendo hace varios días es que en el sector de Colonia Sur no existe control, está absolutamente descontrolado donde no se ha podido trabajar porque todos los medios están trabajando para detener el fuego rumbo a Cochrane», detalló ayer.

Junto con eso, desde el municipio estiman que las hectáreas afectadas no son las 17 mil que entrega la Conaf, sino que superan las 20 mil.

El edil incluso ha clamado porque Chile solicite ayuda internacional, especialmente por helicópteros que puedan maniobrar bajo malas condiciones climáticas.

“El objetivo fundamental ha sido siempre proteger Cochrane y las vidas humanas, y el Parque Nacional Laguna San Rafael”, señaló ayer el ministro Walker, destacando, a su vez, que la zona tiene características muy adversas para trabajar, con un viento de más de 70 km/h y una alta densidad de bosque nativo, donde se encuentran especies como lenga, coihues y ñires.

Esa descripción, de hecho, fue lo que ocurrió en el origen del incendio. Semanas atrás, cuando se alertó de la aparición de un foco en Colonia Sur, la condición de quebrada y densa vegetación hizo imposible el trabajo en tierra para contener el perímetro. Luego, tras su propagación, ocurrió lo impensado: el escudo natural de la zona, el río baker, falló, y las brasas, de una u otra forma, cruzaron las decenas de metros de agua hasta encender el lado este del río.

El asesor en prevención de riesgos y académico de la Universidad Central, Néstor Morales, explica que algo de cambio climático hay en la ecuación. De acuerdo a algunos estudios en recursos naturales, hay efectivamente menos precipitaciones que hace 16 años, especialmente en la Región de Aysén. Sus bosques siguen siendo más verdes que en el resto de Chile, pero sus vegetales tienen menos humedad», puntualiza.

Junto con eso, dice el experto, las múltiples quebradas, los cordones montañosos y los bosques frondosos, dificultaron de sobremanera el trabajo de las fuerzas terrestres. Por eso, dice que la labor de la Conaf ahora está en direccionar el fuego de manera controlada, procurando que las condiciones naturales lo terminen apagando. «La contención no siempre trata de apagar el fuego, aquí lo que se está haciendo es conducir las llamas para obligarlo a consumir el combustible de un cierto sector y hacer que se acabe», relata.

Por aire y por tierra

El gobierno precisó que en la zona dispuso de siete helicópteros -incluido el Kamov ruso-, los dos Ten Tanker, un avión guía, dos aviones Air Tractor y un hércules de la Fach. Junto con eso, en tierra trabajan 20 brigadas de la Conaf, que se traduce en unos 150 combatientes del fuego.

El alcalde de Cochrane Patricio Ulloa, dice que en el cordón del Ñadis, uno de los sectores sensibles, «es imposible que los Ten Tanker descarguen, debido a lo difícil de la geografía. Es un lugar muy escarpado».

Desde el municipio piden la llegada de más aeronaves como el Kamov ruso, ya que las rachas de viento de la zona, como la proveniente de los campos de hielo norte, inhabilita por jornadas completas a las aeronaves pequeñas. Eso fue lo que ocurrió el domingo, cuando el fuego se reavivó en Colonia Sur.

También existen críticas al gobierno. Felipe Peña, socio y gerente de la cooperativa de brigadistas forestales, señaló que se subestimó al incendio en un principio. «Cuando se decretó la alerta, el incendio ya llevaba unas 5 mil hectáreas. La respuesta fue precaria, mandaron a 3 brigadas, unas 20 personas, para combatir llamas que se extendían por 8 kilómetros. Era imposible controlar el perímetro», señala.

 

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