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Después de los incidentes en las fronteras venezolanas con Brasil y Colombia, que dejaron cuatro muertos y varios heridos, el Grupo de Lima se reunía el lunes en un intento de incrementar el cerco financiero y diplomático sobre el gobierno de Maduro.
Mientras el vicepresidente estadounidense Mike Pence se reunía en Bogotá con miembros del llamado Grupo de Lima, una coalición de países latinoamericanos opuestos al actual gobierno socialista de Venezuela, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos impuso sanciones a cuatro gobernadores venezolanos aliados al presidente Nicolás Maduro.
En la reunión participaba el líder opositor venezolano Juan Guaidó, quien en enero se autoproclamó presidente interino y recibió el reconocimiento de Washington y de decenas de gobiernos de Latinoamérica y Europa.
En su discurso Pence urgió a sus aliados regionales a congelar los activos petroleros controlados por Maduro, transferir los ingresos a Guaidó y restringir las visas para el círculo interno de Maduro. Además anunció que su gobierno enviará otros 56 millones de dólares para ayudar a las naciones vecinas de Venezuela a enfrentar la llegada masiva de venezolanos que huyen de la crisis económica que enfrenta su país.
“Hacemos un llamado a todas las naciones del Grupo de Lima para que congelen de inmediato los activos de PDVSA. En segundo lugar, transferir la propiedad de los activos venezolanos en su país de los secuaces de Maduro al gobierno del presidente Guaidó”, dijo Pence en el encuentro en Bogotá. “Nicolás Maduro debe irse”, agregó.
Asimismo, Pence repitió la amenaza de Donald Trump de que «todas las opciones están sobre la mesa». Apenas el fin de semana, el mismo Guaidó se sumó a esa retórica y se pronunció a favor de considerar todas las medidas contra Maduro.
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“Es tiempo de hacer más”, dijo Pence. “Pronto llegará el día en que terminará la larga pesadilla, cuando Venezuela será de nuevo libre, cuando su gente verá un renacimiento de la libertad”.
De acuerdo a Mark Weisbrot, codirector del Centro para Investigación Económica y Política que aboga por negociar para salir de la crisis venezolana, sanciones adicionales de parte de Estados Unidos podrían incrementar el sufrimiento de los venezolanos y acarrear más violencia política.
Weisbrot dijo que esta situación “fue un truco de relaciones públicas porque la ayuda fue solo una pequeña fracción de la comida y la medicina de la que están privando a los venezolanos con las sanciones», y agregó que «como admitió el gobierno de Trump, fue un intento de lograr que el ejército venezolano desobedeciera a Maduro. Fue una farsa y fracasó».
Durante su visita a la capital colombiana, Guaidó recibió el trato de un jefe de Estado. Posó para selfies con quienes le enviaban buenos deseos y cuando llegó a la reunión se detuvo frente a cajas estampadas con la bandera estadounidense mientras él y Pence saludaban a migrantes venezolanos, uno de los cuales –un hombre viejo– lloró mientras le estrechaba la mano e imploraba por su ayuda.
Sin embargo, durante el encuentro con el grupo, Guaidó no dio detalles específicos sobre las medidas que podría tomar a pesar de las especulaciones que han señalado que podría solicitar una intervención como sugirió el sábado Julio Borges, embajador de la oposición en el Grupo de Lima. «Ser permisivos con la usurpación de poder que ha llevado adelante este grupo sería una amenaza a la democracia de toda América», dijo.
A la par, varios líderes latinoamericanos que han respaldado a Guaidó rechazan el uso de la fuerza para solucionar la situación.
«Esperamos que la presión de la comunidad internacional, el diálogo y la prudencia prevalezcan para que, aunque las circunstancias sean muy parecidas a la que se vivieron en mi país, tengamos la capacidad de encontrar una solución diferente a la que se dio en ese momento», dijo el presidente panameño Juan Carlos Varela en referencia a las similitudes que encuentra entre la actual crisis venezolana y la situación que su país vivió en 1989, cuando Estados Unidos invadió Panamá para remover al dictador Manuel Noriega.
Recuento
El gobierno de Colombia informó que 167 miembros de las Fuerzas Armadas de Venezuela, entre militares y policías, han pedido protección a este país mientras huyen del gobierno de Maduro. De acuerdo a Migración Colombia, en los últimos dos días llegaron uniformados de la Guardia Nacional, y la Policía Nacional Bolivariana, entre otras. De este grupo, varios estaban acompañados por sus familias por temor a las represalias. No se tiene reporte hasta el momento información de la llegada de cuatro generales, como se afirma a través de redes sociales.
Doss días después de que el plan de la oposición venezolana, respaldada por Estados Unidos, para introducir ayuda humanitaria a Venezuela derivara en varios enfrentamientos cuando las fuerzas leales a Maduro impidieron la entrada de los camiones y se enfrentaron con la gente que acompañaba los cargamentos, al menos cuatro personas murieron y más de 300 resultaron lesionadas.
Focos de tensión
Militares de Brasil y Venezuela negociaron para evitar la repetición de enfrentamientos entre fuerzas de seguridad venezolanas y ciudadanos de ese país en territorio brasileño, informó el ministerio de Defensa brasileño en una nota la noche del domingo.
Manifestantes en la ciudad de Pacaraima, en el estado brasileño de Roraima, limítrofe con Venezuela, arrojaron piedras a las tropas venezolanas, que respondieron con perdigones y gases lacrimógenos que llegaron a suelo brasileño.
Un militar brasileño avanzó solo hacia la línea de frontera para pedir calma a los soldados venezolanos y pidió a periodistas y manifestantes que retrocedieran u se pusieran a resguardo.
Después, un grupo de soldados brasileños improvisó un cordón para intentar aplacar los enfrentamientos cerca de la línea de frontera y mantener a los manifestantes alejados de los miembros de la guardia nacional venezolana.
Una vez que el conflicto cesó, decenas de seguidores de Maduro llegaron a la frontera venezolana e izaron la bandera de Venezuela, que había sido retirada ayer en uno de los momentos más álgidos de choques a ambos lados de la frontera. Tras gritar contra la ayuda humanitaria y el presidente norteamericano Donald Trump, los seguidores del presidente venezolano se fueron.
Por otra parte, el gobierno de Roraima anunció que el lunes decretará estado de “calamidad pública” debido al colapso en el sistema de atención a la salud, luego del ingreso en masa de venezolanos heridos en episodios de violencia en la frontera, según las autoridades.
Un total de 22 venezolanos debieron fueron internados con heridas de balas de fusil y perdigones en Boa Vista, capital de Roraima, luego de un día de máxima tensión y enfrentamientos en la frontera. De ello0s, 18 debieron ser intervenidos quirúrgicamente.
“Estamos haciendo un esfuerzo para salvar la vida de esas personas. En estos momentos el sistema de atención de salud está colapsado” debido a la hospitalización en masa de decenas de venezolanos, dijo a The Associated Press un portavoz del gobernador de Roraima, Antonio Denarium. Los venezolanos llegaron heridos desde Santa Elena, una ciudad venezolana fronteriza con Brasil.
“La idea es que, decretada la calamidad pública, el gobierno pueda comprar medicamentos con carácter urgente y contratar camas en hospitales particulares para dar cuenta de la demanda. Creemos que va a aumentar el flujo de personas enfermas y heridas en los próximos días”, explicó el vocero.
Por tercer día consecutivo, el paso fronterizo entre Brasil y Venezuela amaneció cerrado. Luego de un sábado tumultuoso y mucha tensión, se registraron episodios aislados de violencia por la tarde en Pacaraima.
En una nota oficial del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, el gobierno del presidente Jair Bolsonaro condenó los actos de violencia del gobierno de Nicolás Maduro y el bloqueo a la entrada de ayuda humanitaria.
“El uso de la fuerza contra el pueblo venezolano que ansía recibir la ayuda caracteriza, de forma definitiva, el carácter criminal del régimen de Maduro”, dijo el comunicado.
La información fue divulgada después de que bombas de gases lacrimógenos lanzadas por las fuerzas venezolanas alcanzaron territorio brasileño en el estado fronterizo de Roraima. “El Ministerio de Defensa intercedió para que nuevos incidentes, en la línea de la frontera, que involucren a venezolanos y la Guardia Nacional Bolivariana, no vuelvan a repetirse”, afirmó la nota de Folha.
“Los vehículos antidisturbios, que estaban en la barrera colocada en el país vecino, retrocedieron inmediatamente. Militares brasileños y venezolanos negociaron, en el lugar, y se entendió la inconveniencia de la presencia de ese tipo de aparato militar. En el lado brasileño, el control de los refugios fue reforzado para evitar nuevos enfrentamientos”, añadió.
El ministerio informó que la frontera brasileña sigue abierta para recibir a los refugiados venezolanos que quieran ingresar al país.