Entre un mar de banderas venezolanas y al grito de “¡sí se puede!”, miles de opositores, vestidos algunos con camisetas blancas y gorras tricolor, marcharon el sábado por autopistas y avenidas del este de la capital en una escalada de las tensiones políticas, mientras el gobierno de Nicolás Maduro hace frente a un apagón que se ha extendido por más de 48 horas y afecta la mayor parte del país.
PUBLICIDAD
Maduro anunció que en horas del mediodía una de las fuentes de generación eléctrica sufrió un nuevo “ataque cibernético” que “tumbó” todo lo que se había logrado para reconectar 70% del servicio del país, pero no ofreció detalles.
Ante cientos de seguidores y empleados públicos concentrados a las afueras del palacio presidencial, el mandatario izquierdista responsabilizó a Estados Unidos de los ataques al sistema eléctrico y pidió a los venezolanos la “máxima compresión” para lograr en las “próximas horas” la reconexión del sistema. “Estamos ante la más grave agresión del imperio norteamericano”, sostuvo.
Maduro aseveró que desde el pasado jueves el sistema eléctrico ha enfrentado cinco ataques eléctricos, cibernéticos y “electromagnéticos” para impedir el restablecimiento de la luz en todo el país, y agregó que dio instrucciones para garantizar los suministros de alimentos subsidiados y agua potable a la población.
El gobernante aprovechó para atacar al líder opositor y jefe de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, quien es reconocido como presidente interino por más de medio centenar de países, y dijo, sin mencionar su nombre, que no es “presidente ni nada. Payaso y títere es ese señor”.
Opositores se impusieron
Luego de bloquear por algunas horas el paso a la marcha, centenares de policías, armados con escudos y equipos antimotines, abrieron el paso a miles de manifestantes que entre aplausos y gritos celebraron que se les permitiera avanzar hacia la avenida Victoria, en el oeste de la capital, donde fue el punto final de la movilización.
PUBLICIDAD
En medio de la multitud apareció el líder opositor Juán Guaidó, de 35 años, que anunció que en los próximos días iniciará recorridos por todo el país junto a otros congresistas para unificar las fuerzas opositoras y luego organizar una gran movilización hacia la capital.
“Vendrán días duros por culpa del régimen”, afirmó Guaidó _montado sobre un vehículo y con la ayuda de un megáfono_ al llamar a los opositores a prepararse para nuevas acciones del gobierno para desalentar a las fuerzas opositoras. “Todas las opciones están sobre la mesa”. El dirigente opositor se dijo dispuesto a utilizar todos los recursos previstos en la constitución para lograr la salida de Maduro del gobierno.
Sosteniendo con sus manos un cartel en el que se leía “SOS Venezuela”, María Consuelo Fernández, una educadora de 47 años, explicó con los ojos llenos de lágrimas que seguía en las calles “porque quiero un futuro mejor para mis dos hijos que no se merecen lo estamos viviendo”.
Con respecto al apagón que aún persiste en algunas zonas de la capital y ciudades del interior, Fernández consideró que “todo es producto de la ineficiencia del gobierno. Todos estos años lo que han hecho es robar en vez de encargarse de lo que tienen que encargarse”.
Arropado por una bandera venezolana de más de tres metros de largo, Carlos Bracho, un misionero católico de 28 años, dijo que decidió salir a las calles para expresar “nuestra indignación por el deterioro tan fuerte de la situación país”.
“Algo tenemos que hacer para que las cosas cambien”, declaró Bracho al descartar que vaya amilanarse luego de más de un mes de protestas sin mayores avances para la oposición. “Seguiremos en la lucha pacífica en las calles. Nada nos va a detener”.
Chavistas en Miraflores
Al mismo tiempo, miles de seguidores del gobierno, milicianos y empleados públicos, vestidos algunos con camisetas rojas, se sumaron a la «marcha antiimperialista» que se realiza en una de las principales avenidas del centro de la capital en rechazo a las presiones que ha ejercido Estados Unidos, en alianza con la oposición local, contra Maduro. Éstas incluyen nuevas sanciones económicas para cercar financieramente al gobierno, muy golpeado por la crisis económica, y la suspensión de visas a funcionarios venezolanos.
La movilización finalizará con una concentración en el palacio de gobierno.
Tras su retorno al país a inicios de semana luego de una gira por Suramérica, Guaidó emprendió una nueva fase de acciones contra Maduro con alianzas con sindicatos del sector público para presionar la salida del mandatario del poder en el inicio de su segundo sexenio.
Algunas figuras del gobierno denunciaron, sin pruebas, que el apagón nacional fue consecuencia de una «guerra eléctrica» dirigida por Estados Unidos que afectó el complejo hidroeléctrico del Guri, que genera más del 60% de la electricidad que se consume en el país.
En algunas zonas de la capital y del interior del país los habitantes reportaron en las redes sociales que aún se encontraban sin servicio eléctrico o estaban enfrentando apagones intermitentes.
En medio del apagón se registró el sábado un incendio en una subestación eléctrica cercana a la empresa estatal Siderúrgica del Orinoco Alfredo Maneiro (Sidor), que funciona en el estado suroriental de Bolívar, según reportaron medios locales. Las autoridades no han realizado declaraciones sobre incidente.
El Metro de Caracas, que es el principal medio de transporte de la capital, anunció el sábado en su cuenta de Twitter que se mantendría la paralización de actividades, que se inició el jueves, a la espera de la «normalización de la energía de alta tensión necesaria para restablecer el servicio».
El presidente oficialista de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, dijo a la prensa que se está en “etapa de ajuste” para restablecer la luz en todos los estados.
“Vamos a tener altas y bajas hasta estabilizar definitivamente el servicio”, agregó.
El país suramericano está sumido desde hace un año en una hiperinflación, que se pronostica llegará a 10 millones por ciento este año; una severa recesión que arrastró a la industria petrolera, corazón económico del país, y una fuerte escasez de alimentos, medicinas y otros bienes básicos, que ha desatado una profunda crisis social y la migración del 10% de la población.