El ser humano no es una especie que prefiera vivir en solitario, en general. Sabemos que hay excepciones. Sin embargo habitualmente solemos compartir la vida domestica con una pareja, un amigo, un perro o un gato. Pero no todos prefieren lo convencional. Este es el caso de una mujer australiana que vive con tres cocodrilo de los más adorables.
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Vicki Lowing, de 61 años, comparte su casa en el oeste de Melbourne con los cocodrilos de agua dulce Johnnie y Fovian y el cocodrilo de agua salada Jilfia.
Pero como no todo es color de rosa y existen entidades que nos quieres arruinar la vida, a la pobre señora le comenzaron a enviar avisos con advertencias sobre la tenencia de estos reptiles.
Ella lleva a sus fieles compañeros a pasear e incluso comparte su cama con ellos, pero ahora se enfrenta a la posibilidad real de ser obligada a separarse de ellos.
Lowing señaló A Current Affair , que la decisión de las autoridades de quitarle sus mascotas fue una estupidez. Ademas denunció que en los últimos seis meses le había realizado visitas mensuales desde el Departamento de Medio Ambiente.
No quiere dejar ir a sus cocodrilos
La señora Lowing aseguró que después de cada visita le decían que tenía que dejar ir a los cocodrilos
Después de cada inspección, la Sra. Lowing afirmó que le pidieron que se deshiciera de los cocodrilos por una razón diferente a la anterior.
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Es más cuando fue a renovar su licencia avanzada de vida silvestre, que el requisito para conservar un cocodrilo, el departamento le negó la solicitud.
«El departamento me contactó hace cuatro meses no discutieron nada conmigo cuando me visitaron, simplemente aparecieron y tomaron un montón de fotos», dijo a Daily Mail Australia.
«Una vez dijeron que no tenía termómetro, pero no buscaron muy bien», aseguró la mujer.
Tuvo que regalar a Jilfia
Los cocodrilos de agua salada pueden alcanzar más de cuatro metros de largo y Jilfia tiene solo 2.74 metros, lo que según el Departamento de Medio Ambiente argumentó que no era apropiado para alojar como mascota doméstica.
«Estoy tratando de resolver los problemas con el departamento mudando a Jilfia a un nuevo hogar, pero quieren que les entregue todos mis cocodrilos», señaló la desesperanzada mujer.
La Sra. Lowing finalmente cedió a las solicitudes y comenzó a buscar un hogar práctico para Jilfia, y tomó la decisión de regalar el cocodrilo gigante a un «propietario privado».
Ella reveló que estaba muy molesta por dejar ir a Jilfia, después de haberlo cuidado durante más de 10 años, pero dice que se sentirá devastada si se ve obligada a renunciar a los dos restantes.
«Han crecido conmigo, es difícil de explicar, son vistos como asesinos serios, pero si demuestras el amor de un animal salvaje y lo cuidas adecuadamente, lo devolverán», dijo.