Según los resultados de la última Encuesta Nacional de Actividad Física y Deporte, 8 de cada 10 chilenos llevan una vida sedentaria. El problema es que la decisión no siempre alude a una decisión propia, ya que más de la mitad de las personas (55,3%) acusa a la falta de tiempo como la principal razón para no realizar deporte.
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Y claro, si se considera que en Chile, al igual que en gran cantidad de países en el mundo, las personas pasan dos tercios de su día en la oficina. Las cifras son de preocuparse: según un estudio Pobreza de Tiempo realizado en 2015 por Andrea Encalada, al menos el 26% de los capitalinos pierde 12 o más horas de su día entre el trabajo y su traslado respectivo.
Pero eso podría cambiar: hace pocos días, se presentó el proyecto de ley que busca hacer de la actividad física, una responsabilidad de las empresas y compañías. La iniciativa llegó al Congreso de manos del senador Francisco Chahuán y la fundación Estado Solidario, y busca que por norma los trabajadores realicen tres horas de actividad física semanal en el trabajo.
“La experiencia internacional nos ha dicho que aquellos países que han optado por estimular la actividad física han logrado reducir las licencias médicas, y han aumentado la productividad y, además, han generado un clima laboral que ha sido provecho para generar mayor productividad”, explicó el senador Chahuán.
La idea no es nueva. En junio de 2012, un grupo de diputados presento la «Ley Japonés», que buscaba establecer dos horas de actividad física en horario laboral a la semana. En esa época, se quería imitar al «Radio Taiso», una serie de ejercicios de elongación y calentamiento que realizan cerca de 27 millones de trabajadores al día en ese país aún sin ser una ley, sino que una costumbre cultural.
«Chile necesita transitar de un modelo de salud curativo a uno basado en la promoción y prevención, porque el envejecimiento poblacional y los malos estilos de vida nos están llevando a un problema irreversible de deterioro contante de salud de la población”, dice por su parte Camilo Salas, de la Fundación Estado Solidario.
En el caso de que la ley tenga un trámite positivo en el Congreso, ¿cómo debería operar? Los expertos recalcan en la necesidad de distribuir el tiempo lo más parcelado posible dentro de la semana.
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«Para que el organismo logre asumir una nueva rutina a partir de la activación física, esto debe tener una frecuencia recurrente. Esto quiere decir, que las tres horas de ejercicio deben estar repartidas en varios periodos pequeños, por ejemplo, de media hora o 45 minutos al día, de tal manera que el ejercicio pase a ser una actividad demandada por el propio organismo”, dice Marcelo Pinto, psicólogo laboral y Entrenador de Consultores en HPI.
Algo similar opina Mónia Rau, directora ejecutiva de Vivo Salud, una plataforma que gestiona espacios saludables y de actividad física en empresas. «El objetivo principal es lograr un cambio de hábitos sostenible en el tiempo, y que las personas entiendan que tan solo caminando, pueden hacer importantes cambios en su vida», opina.
La plataforma realiza un diagnóstico, donde evalúan el bienestar dentro de la empresa y qué tipo de trabajo realizan sus colaboradores. En base a eso, complementan lo que ya hay o arman un plan especial, que se potencia con el uso de la tecnología, a través de una app que los trabajadores instalan en sus celulares.
Eso, porque la clave de las tres horas, dicen los expertos, es que se realicen en grupo. “Es importante que estas pausas se hagan en espacios de socialización, en conjunto con los compañeros del trabajo, de tal manera que permita a las personas articular soportes sociales y disminuir los riesgos psicosociales», cierra Pinto.