Modificar el puntaje, inventar un perfil deportivo, photoshopear unas fotos y pagar. Eso es lo que habría bastado para que Agustina Huneeus, ingresara a la Universidad del Sur de California. Y no fue la única joven que ingresó de manera fraudulenta.
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El New York Times publicó una lista con 50 personas acusadas de sobornar a importantes universidades de Estados Unidos, poniendo al descubierto el escándalo. Y aunque pueda ser parte del humor nacional «siempre hay un chileno».
El padre de la joven es Agustín Francisco Huneeus Jr., empresario vitivinícola chileno, de 53 años, radicado en San Francisco, California. Y él, es hijo de Agustín Huneeus, empresario reconocido mundialmente en la escena del vino y dueño de Huneeus Vintners la empresa que preside su hijo.
Según la información publicada hasta ahora por la justicia norteamericana, se presume que Huneeus Jr. “participó tanto en el esquema de trampas del examen de ingreso a la universidad (de California del Sur) como en el plan de reclutamiento universitario para su hija”.
¿Cómo ocurrió?
En el expediente, se comparten extractos de conversaciones telefónicas que dan cuenta de ello.
La Unidad de Delitos Económicos del FBI señaló que el chileno habría pagado 50 mil dólares a una suerte de «padrino» que ayudó a que su hija aprobara el SAT, el examen estandarizado que se utiliza para ingresar a las universidades en ese país.
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En las intervenciones telefónicas de la investigación, se ve que Huneeus incluso se queja del puntaje que le otorgaron a su hija: 1.380 puntos.
«Score could have been 1550 right?» (La puntuación podría haber sido de 1.550 ¿Verdad?), preguntó Huneeus, a lo que la persona contratada respondió que no porque «se habría investigado a ciencia cierta con base en sus calificaciones». La prueba tiene un máximo alcanzable de 1.600 puntos.
Un perfil completo: Atleta y Photoshop
Además de la prueba, el proceso en Estados Unidos toma en consideración otras aptitudes, como el éxito en deportes.
Los documentos investigados por el FBI apuntan a que Huneeus usó Photoshop para montar una foto de su hija, con el objetivo de fingir que era una exitosa deportista de waterpolo en la secundaria.
Huneeus también le habría pagado a Donna Heinel, directora atlética asociada de la Universidad del Sur de California y a Jovan Vavic, el entrenador de waterpolo de la casa de estudios, para que otorgaran más puntaje en la admisión de la joven.
¿Intencional? Según el FBI, quedó claro cuando le pregunta a su contacto «¿Hay algún riesgo que esto me explote en la cara?». Según los investigadores, esto demuestra claramente una intención fraudulenta.
Otros datos que enriquecen dicha intención es que en la conversación intervenida negó que su hija fuese deportista de waterpolo y además consultó si había devolución de los 50 mil dólares en caso de que no funcionara el asunto.
Los jóvenes desconocían los planes de sus padres
Por lo que señalan las autoridades, ni la joven Agustina Huneeus, ni los otros jóvenes beneficiados por la presunta actividad fraudulenta de sus padres sabían que su ingreso a dichas universidades se había concretado de esta manera.
El proceso llegaba a un punto en que seguía su curso «normal». Incluso con el envío de la famosa carta de admisión a la casa. Los jóvenes, sin sospechar, recibían el dichoso sobre con esa ilusión que tantas veces hemos visto en las películas norteamericanas. El fraude llevaba 24 años de éxito.