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Lectores e instaladores con fecha de extinción: peligra el trabajo de al menos 4200 personas por entrada de los medidores inteligentes

El lector que visitaba el hogar una vez al mes o el electricista que arreglaba el empalme tiene fecha de muerte para 2025, año en que el 100% de las casas tendrá el nuevo aparato.

Pocos habrán pensado el año pasado que la instalación de los famosos medidores inteligentes causarían tanta polémica en 2019. Sin embargo, lo cierto es que la ofuscación ciudadana por el cobro al usuario incluso obligó a los parlamentarios reevaluar la nueva ley en el Congreso y a la ministra de Energía a apurar la mesa técnica con las empresas.

Pero no solo los usuarios están molestos. Los aparatos traen una nueva tecnología que hace posible la medición remota del consumo de sus clientes, hecho que hace obsoleto algunos trabajos.

Es por eso que los lectores de medidores y los instaladores electricistas están preocupados. Y claro, si su rubro amenaza con dejar de existir o sufrir una merma económica cuantiosa.

La inquietud la han hecho llegar varias personas al Colegio de Instaladores Electricistas de Chile (CIECH), asociación gremial que también rechaza de plano la implementación de los medidores inteligentes. «Hay preocupación de los socios. Hasta ahora los instaladores electricistas podían instalar los empalmes como particulares y ahora van a pasar a ser todos parte de la compañía, ellos van a tener el monopolio de la instalación de los equipos de medida», dice el presidente de la Ciech, Rolando Valenzuela.

En ascuas

Según estiman desde el gremio, son cerca de 1.500 los instaladores eléctricos que se dedican en Chile a trabajar con los empalmes y medidores. Todos ellos, con la nueva norma, ya no podrían ofrecer sus servicios a particulares a menos que los contrate una empresa.

El gremio calcula que en la Región Metropolitana hay unos 2 mil lectores de medidores de la empresa Enel. Además, la CGE utiliza 780 de estos trabajadores para la medición de consumo de sus 2,8 millones de clientes.

La suma, sin contar las demás empresas pequeñas y cooperativas eléctricas del sur, da un total de 4.280 trabajos que amenazan con desaparecer en 2025 cuando la totalidad de los hogares en Chile luzca los nuevos medidores.

«Es complejo para los clientes porque es mucho más económico y más rápido que un instalador electricista le instale el medidor o el empalme y no la compañía. Un particular lo arregla en un día, mientras la empresa tarda unos 5 días en hacer el presupuesto», dice Valenzuela.

Se estima que un lector de medidores gana unos $300 mil mensuales en promedio, mientras que un trabajo de empalme monofásico hecho por un particular, reporta una utilidad de $80 mil aproximadamente.

Nosotros suponíamos que esto era un plan piloto, pero eso da a entender que instalarán unos 300 medidores para hacer pruebas. Aquí la instalación fue desatada, me parece una locura que ya estén instalados unos 400 mil en todo el país», agrega el líder gremial.

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