Si en 1926 los menores eran enviados a formar parte de las Juventudes Hitlerianas, una especie de grupo scouts de niños de entre 10 a 18 años que amaban el nazismo, ya casi al final de la guerra pasaron a ser el contingente militar terrorista de Adolf Hitler.
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En el club de jóvenes nazis se les enseñaba de la vida al aire libre y la salud física. Se esperaba que recién con la mayoría de edad formaran parte de la milicia nazi.
Pero 1945, ya con la Waffen- SS (cuerpo de combate de élite de la organización militar, policial, política, penitenciaria y de seguridad Schutzstaffel) casi exterminado, el líder nazi dio la orden de que los niños, que tenían máximo 14 años, pasaran a ser soldados del grupo secreto Werwolf (hombre lobo en alemán), de la Waffen- SS, según recoge Clarín.
Bajo el mando del teniente general de las SS, Hans Prützmann, los menores se especializaron como francotiradores, incendios, sabotaje y asesinatos, tácticas de guerrilla del Ejército soviético en Ucrania. Cada comando era compuesto por tres a seis hombres y mujeres.
El caso más recordado fue el asesinato del respetado abogado católico anti nazi Franz Oppemhoff, alcalde Aliado de Aachen. Dos Werwolf se hicieron pasar como aviadores que cayeron tras las líneas enemigas, se acercaron a Oppemhoff y, mientras conversaban, sacaron una pistola y le pegaron un tiro en la cabeza, añade el medio.
Sin embargo, algunas «unidades juveniles» no recibían armamento ni equipo de la Wehrmacht (Fuerzas Armadas de la Alemania Nazi) y las Waffen SS, ya que dudaban de su valor práctico. Pero como su misión era resistir, costara lo que costara, al avance aliado, debían crear rústicas bombas con latas de sopa Heinz.
Un día antes de su suicidio, Hitler pasó revista fuera de su búnker a la tropa de menores que le quedaba, según explica el medio argentino, los niños tiritaban de frío o miedo con los collares con cianuro colgando de sus cuellos, para ser utilizados si eran atrapados.
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Dando en las calles de Berlín su última batalla, los pequeños lobos fueron masacrados, desertaron y tantos otros se suicidaron. Ese fue el fin de la joven tropa Werwolf, que se acabó con la Alemania nazi.