Los últimos días de agosto de 1944 la suerte de París parecía sentenciada: las fuerzas aliadas avanzaban con una velocidad impensada y la ocupación nazi de la «Ciudad Luz» parecía estar destinada a caer.
PUBLICIDAD
La capital gala era una locura, con milicias francesas en estado de sublevación, policías y funcionarios públicos en un paro total y las fuerzas de ocupación listas para defender la presencia nazi. Esta misión la tenía el gobernador militar alemán general de infantería, Dietrich von Choltitz.
El militar nazi tenía un número importante de efectivos para defender París, sin embargo, el general sabía que el números no era relevante, pues la presencia nazi era mayoritariamente de soldados de oficina y no de campo de batalla. En frente, en tanto, tenía al ejército regular aliado más varias divisiones francesas disputas a todo por liberar a su capital.
En medio de esta tensión, Von Choltitz narra que recibió una orden directa de Hitler: «París no debe caer en manos del enemigo, salvo siendo un montón de escombros».
El general dispuso que las principales edificaciones parisinas, partiendo por Notre Dame y la Torre Eiffel, fueran rodeadas de explosivos, junto a los puentes más bellos que atraviesan el Sena.
El 24 de agosto las tropas aliadas llegan a las calles de París y es ahí donde se produce la histórica pregunta del «Führer» a su general: la versión de Von Choltitz dice que recibió un llamado del dictador, quien le preguntó: «¿Arde París?» Y la respuesta del general fue un rotundo no.
Distintas versiones
Por qué Von Choltitz no siguió la orden de Hitler es motivo de una gran discusión, con versiones enfrentadas. Mientras el gobernador nazi de París asegura que no hizo volar los monumentos de la ciudad porque era consciente que estaba destruyendo una de las urbes más bellas del mundo y un patrimonio cultural invaluable; otra versión asegura que el militar nazi no siguió la orden para asegurar un mejor trato de los aliados cuando cayera preso.
Sea cual fuera la verdad, lo concreto es que París fue liberada, Von Choltitz cayó detenido y luego fue llamado el «salvador de París» por desobedecer a Hitler.