Los ataques del Domingo de Pascua a iglesias, hoteles y otros lugares en Sri Lanka fueron “realizados en represalia” por una masacre en dos mezquitas de Nueva Zelanda el mes pasado, afirmó el martes el ministro de Defensa de la nación del sureste asiático, según un comunicado.
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Ruwan Wijewardene, dijo al parlamento que el gobierno tenía información acerca de que la cadena de atentados dentro y fuera de la capital, Colombo, que dejaron más de 300 fallecidos, fueron perpetrados “por un grupo fundamentalista islámico” en respuesta a las balaceras de Christchurch. No ofreció evidencias para explicar la fuente de la información.
El grupo extremista Estado Islámico se atribuyó más tarde el martes la autoría de los ataques a través de su agencia noticiosa Aamaq.
El ministro culpó a la «debilidad» del aparato de seguridad esrilanqués por no evitar los nueve ataques.
«Por el momento se ha establecido que las unidades de inteligencia estaban al tanto de este ataque y un grupo de responsables fue informado sobre el inminente ataque”, señaló. «Sin embargo, esta información ha circulado solo entre unos pocos funcionarios”.
Mientras los líderes de la nación discutían las consecuencias de un aparente ataque cometido por un grupo insurgente local y lo que parecía ser un enorme fallo de inteligencia, la seguridad se reformó el martes en una jornada de luto nacional. Por su parte, el ejército realizó detenciones en base a unas competencias que no empleaba desde el final de la devastadora guerra civil en 2009.
Entre las 40 personas arrestadas por presuntos vínculos con los ataques del Domingo de Pascua estaban el conductor de una camioneta supuestamente empleada por los suicidas y el propietario de una vivienda donde vivían muchos de ellos, apuntaron las autoridades el martes.
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Los seis ataques casi simultáneos contra tres iglesias y tres hoteles de lujo, y tres explosiones relacionadas ocurridas más tarde el domingo, fueron los ataques más letales en más de una década en el país. La cifra oficial de fallecidos se elevó a 321 personas, con 500 heridos, apuntó Wijewardene.
En su reivindicación, la milicia radical dijo: “Los autores del ataque de antes de ayer contra ciudadanos de los países de las coaliciones y cristianos en Sri Lanka son combatientes del Estado Islámico”. EI no ofreció fotografías ni videos de los suicidas jurando su lealtad al grupo.
Al parecer, la información de agencias internacionales de inteligencia sobre los planes de ataque de un grupo local no llegaron a la oficina del primer ministro hasta después de la tragedia, lo que subrayó el caos político en los niveles más altos del gobierno esrilanqués.
Ataque suicida
El 11 de abril, el subinspector general de la policía, Priyalal Disanayaka, firmó una carta dirigida a los directores de cuatro agencias de seguridad esrilanquesas, a quienes advirtió de que un grupo local estaba planeando un ataque suicida en la nación.
El reporte de inteligencia que acompañaba a la carta, que después circuló por redes sociales, estaba escrito tanto en sinhala, el idioma local, como en inglés. El texto se refirió al “National Towheed Jamaar” y señaló que estaba liderado por Zahran Hashmi y que tenía como objetivo «algunas iglesias importantes” para un ataque terrorista suicida que estaba previsto que ocurriese “pronto”. El informe nombró a seis individuos que podrían estar implicados en la trama.
El ministro de Salud de Sri Lanka sostuvo una copia del documento de inteligencia el lunes mientras describía su contenido, lo que planteó dudas sobre la labor de la policía para proteger a la población de un ataque.
No estuvo claro de inmediato qué medidas tomaron los responsables de las agencias de seguridad. Disanayaka no respondió a llamados ni a mensajes pidiendo comentarios el martes.
Entre las 40 personas arrestadas por presuntos vínculos con los ataques del Domingo de Pascua estaban el conductor de una camioneta supuestamente empleada por los suicidas y el propietario de una vivienda donde vivían muchos de ellos, apuntaron las autoridades el martes.
El aumento de la seguridad era evidente en un aeropuerto internacional ubicado a las afueras de la capital, donde el personal de seguridad patrullaba con perros que detectan explosivos, revisaban los maleteros de los autos e interrogaban a conductores en carreteras cercanas. La policía ordenó que cualquiera que deje un vehículo estacionado en la calle sin supervisión debe dejar una nota con su número de teléfono en el parabrisas. Los carteros no aceptaban paquetes envueltos previamente.
El bloqueo en la mayoría de redes sociales desde los ataques dejó un vacío de información, alimentando la confusión y dando poca seguridad sobre el final del peligro. Incluso después del levantamiento del toque de queda, las calles del centro de Colombo estaban en su mayoría desiertas el martes y muchas tiendas seguían cerradas mientras soldados armados hacían guardia.
En un día de luto nacional por los ataques, el vocero de la policía, Ruwan Gunasekara, reportó que la cifra oficial de muertos subió a 310 personas, con cientos de heridos más.
También el martes, las autoridades de Sri Lanka tenían previsto informar a diplomáticos extranjeros y recibir asistencia del FBI y otras agencias de inteligencia.