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El caso de las gigantescas lagunas de Lázarev: resuelven misterio de la Antártica que inquietaba a los científicos desde hace medio siglo

Lo que se registró ahí fue una polinia, y no, no fue por culpa del cambio climático. O eso se cree hasta ahora.

Dos veces, en 1970 y 2017 y en los meses más helados del años un fenómeno afectó a la Antártica y dejó a los científicos inquietos. La aparición de un agujero de 9.500 kilómetros cuadrados -equivalente al estado de Conneticut, en Estados Unidos- en los hielos eternos de la zona del mar de Lázarev.

El espacio, una suerte de lago en medio del agua congelada, había llamado la atención de la comunidad glaciológica internacional, que no se explicaba porque, con las duras condiciones climáticas, el hielo se derretía.

Tras años de incógnita, aparece lo que podría ser una respuesta y los responsables son los investigadores de la Universidad de Abu Dhabi, liderados por la científica Diana Francis. Los resultados de la investigación fueron publicados recientemente en la revista «Journal of Geophysical Research», donde el equipo dice tener la respuesta al fenómeno

La primera vez que apareció este fenómeno denominado polinia, fue en 1970 y sólo se repitió 47 años después, en el periodo en que las capaz de hielo en la zona son más espesas.

La primera vez que se registró la polinia esta  tenía aproximadamente 9.500 kilómetros cuadrados y sólo en un mes creció en más de 740%  hasta llegar a los 800.000 kilómetros cuadrados. Según los registros esta «laguna» finalmente terminó por fusionarse con el océano abierto, a medidas que avanzaban los meses del espacio boreal.

 

Por qué se origina

De acuerdo con la investigación liderada por la doctora Francis, se pudo determinar «usando una combinación de observaciones satelitales y datos de reanálisis a alta resolución espacio-temporal, que los ciclones severos, que ocurren sobre la bolsa de hielo, tienen un papel determinista en la creación de una fuerte divergencia en el campo de hielo marino a través de fuertes vientos de superficie ciclónica que conducen a la apertura de la polinia». 

Es decir, que al retraerse el efecto aislante de una capa de hielo marino, las polinias permiten que la atmósfera y el océano intercambien calor, impulso y humedad. Esta situación genera impactos significativos en el clima, al tiempo que el agua cálida que se mantiene en la superficie derrite el hielo marino y evita que se forme hielo nuevo.

En el caso puntual de las llamativas apariciones del fenómeno en 1970 y 2017, se pudo establecer «la aparición de ciclones intensos y frecuentes sobre la bolsa de hielo, bajo un transporte meridional positivo fuerte mejorado del flujo de calor y la humedad hacia la Antártica». 

«Encontramos que la apertura de la polinia no se debió principalmente al derretimiento directo del hielo por efectos termodinámicos, sino a un fuerte forzamiento dinámico de los vientos sobre el hielo marino, como en el caso de las polinias costeras. De hecho, el transporte meridional de calor hacia la Antártica se produjo en el sector del Mar de Weddell (es decir, al este del sector del Mar de Lazarev donde se encuentra la polinia), mientras que el sector del Mar de Lazarev estaba bajo la influencia del transporte de masas de aire fn el ecuador en ese momento», dice el estudio. 

«Nuestros resultados muestran que el suministro de aire cálido y húmedo que viene del lado oeste del Océano Atlántico Sur al Mar de Weddell, incrementó significativamente el potencial de formación de ciclones, medido por la tasa de crecimiento de Eady que conduce a una ciclogénesis intensa y frecuente sobre la bolsa de hielo», establecen los investigadores.

Cabe mencionar que de acuerdo a los análisis realizados por el equipo de la U. de Abu Dhabi, los ciclones que afectaron la zona se intensificaron a medida que avanzaban hacia el este girando sobre el mar de Lazarev con una intensidad comparable a la categoría 11 (tormentas violentas) en la escala de Beaufort, los que a su vez generaron divergencias en el hielo marino al empujar el hielo lejos del centro del ciclón. 

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